Opinión

Las redes de la censura

El intento de colocar un bozal a las opiniones de los demás aflora un complejo de inferioridad intelectual. Pero peor que la censura es autocensurarse por miedo a la respuesta de los que opinan de manera distinta. Con la colonización de Internet hasta el lugar más recóndito se anunciaron tiempos de libertad sin sometimiento a lo que dictan los poderosos, pero la respuesta en las redes sociales puede frenar cualquier intento de expresión, incluso en la casa de las ideas y el debate como se espera de la universidad.

Una colega que milita en Podemos desde los inicios de la formación morada llamó el otro día para consultar si consideraba apropiado que ella publicase en una red social una crítica a la postura de su partido en las negociaciones con el PSOE para formar Gobierno. El consejo afirmativo sin evaluar las consecuencias para quien no está curtido en la exposición pública la envalentonó, pero horas después volvió a telefonear contando entre hipidos que había recibido un vendaval de insultos por cuestionar el rumbo marcado por el líder. Juró que nunca más caerá en la red de Internet. 

Es comprensible que alguien que no se gana los garbanzos haciendo públicas sus opiniones políticas decida levantar la tecla y guardarse sus reflexiones hasta la hora de acudir a votar en secreto; pero que la Universidade da Coruña (UDC) suspenda las "Jornadas sobre trabajo sexual" que se iban a celebrar en la Facultade de Socioloxía argumentando que "no puede garantizar la seguridad" tras las críticas recibidas en las redes sociales por el tema y el enunciado de las charlas, resulta insólito en estos tiempos. En las mismas redes sociales se ha promovido un manifiesto que ya han firmado casi un millar de personas para que la UDC reconsidere su decisión y permita la celebración de esas jornadas. Y aunque sería lógico que la iniciativa triunfase y las charlas se desarrollasen con normalidad, la Universidade da Coruña ya ha cateado en arrojo a la hora de defender la contraposición de ideas. 

Esta semana, el Parlamento de Galicia prohibió a los habitantes de la illa de Ons lucir en la tribuna de invitados unas camisetas con el lema "Ons en loita" para "debatir sin presiones" el cupo de visitantes permitido. Es otra forma de poner bozal a un lema inofensivo. 

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