Opinión

Las letras no salvaron al poeta

Seis operarios resultaron ayer heridos tras incendiarse un generador en el interior del túnel del AVE en Laza. Después del trabajador fallecido en el mes de julio en las obras de ampliación del puente de Rande y el accidente de hace unos días, se han avivado las dudas sobre el deterioro de las medidas de seguridad en la construcción de obra pública en Galicia para cumplir con los plazos de entrega. La diputada de En Marea Alexandra Fernández ha registrado una batería de preguntas en el Congreso con el propósito de que el Ministerio de Fomento investigue lo sucedido en Laza. Y está bien que la oposición exija al Gobierno que extreme la vigilancia de la seguridad laboral, pero la fatalidad es retorcida.

Manuel Oliveira Gómez, Manolín, es uno de los entrenadores más laureados del fútbol de la Costa y poeta apasionado. A todos los jugadores que han pasado por alguno de los numerosos equipos que ha dirigido les ha sorprendido que su brazo izquierdo termine en un muñón, pero pocos se atreven a preguntarle por lo sucedido, aunque él tampoco lo oculta. Hace algo más de una década, víspera de la celebración del Día das Letras Galegas, Manolín despejó la curiosidad de la plantilla después de un entrenamiento con aroma a fútbol añejo, ya que la directiva se curraba un churrasco para hacer equipo. 

Manolín había sido primero futbolista y después se hizo submarinista profesional. Entre sus tareas también se encargaba de colocar la dinamita en las obras submarinas. Fue uno de los buzos que participaron en la construcción del puente de Rande que se abrió al tráfico en 1981. A pesar de que Manolín era un experimentado submarinista con muchas horas de inmersión en su hoja de servicios, una carga de explosivos le estalló un 17 de mayo en la mano dejándole un muñón para el resto de su vida. "Sucedió el año antes de que el Día das Letras Galegas fuese declarado festivo. Supongo que estaba para mí, porque si lo hubiesen hecho un año antes yo no estaría ese día trabajando y no hubiese tenido el accidente", comentó con tono de resignación aquella tarde durante un churrasco que sirvió también para celebrar su segundo cumpleaños. Resulta paradójico. Las Letras no salvaron al poeta o llegaron tarde para hacerlo. 

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