Opinión

Limpiar Orión

María ha visto cosas que vosotros no creeríais, aunque ella no es el replicante Roy Batty, interpretado por el actor recientente fallecido Rutger Hauer en la película "Blade Runner". Pero limpiar el calabozo de una comisaría ofrece paisajes sobre la devastación humana tan estremecedores como ver "naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión" o "rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser", como explicaba Roy Batty en su monólogo "Lágrimas en la lluvia" antes de concluir que "es hora de morir". 

María es una mujer prudente y no acostumbra a abundar en detalles sobre las miserias de unos cuantos miserables. Los colegas intentan tirarle de la lengua, pero al momento le piden que pare aunque minimice los daños anímicos que provoca recoger excrementos y vomitonas de lugares que no creeríais. Con ganas saltaría de un brinco los cinco años que le faltan para poder jubilarse y no tener que volver a pasar el mocho en un calabozo. Pero alguien tiene que hacerlo, sn que se  recompense el sacrificio. 

Su jornada es de lunes a sábado, pero esta semana la encargada del servicio de limpieza, externalizado por supuesto, la llamó para explicarle un pequeño cambio en sus condiciones laborales. Como el personal tiene la mala costumbre de delinquir todos los días, a la empresa no se le ha ocurrido mejor manera que prestar el servicio durante toda la semana ampliando el calendario de los trabajadores en vez de contratar más personal. Ante la advertencia de que su contrato fijaba que los domingos y festivos eran para recuperar el cuerpo molido y el abatimiento de espíritu, la encargada sugirió que se podían ir turnando entre los trabajadores porque con buen ánimo todo es más llevadero. Y lo de recuperar el día de solaz ya se iría viendo durante la semana con tal de que una mano tapase la otra. Hasta le sorprendió que la trabajadora le preguntase a qué precio pagarían los festivos. 

María atendió el recado de comunicárselo a los compañeros y, tras asesoramiento legal, respondió a la encargada que no lo iban a hacer y que cualquier modificación contractual se la enviase por escrito. "Bueno, de momento sigue así", reculó la encargada. Si se deja aconsejar por el miedo, María acaba limpiando Orión.

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