Opinión

Los semáforos

Resulta inquietante que a un tipo que sacrificó su coherencia discursiva para instalarse en un chalet con la número dos del partido, asumiendo el coste electoral de que sus churumbeles chupen más finca que barrio, lo sigan acusando de pretender instaurar en España un régimen bolivariano. Y es inquietante porque finalizada la campaña electoral, donde un"bocachancla" pasaría por discreto en la escala de los candidatos en faena, un buen puñado de políticos son incapaces de reconocer el mandato recibido o de interpretar la fórmula de una democracia parlamentaria. El pueblo puede tener un despiste, pero no suele equivocarse dos veces seguidas. El acuerdo exprés al que llegaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en 24 horas para diseñar un gobierno de coalición, tras pasar seis meses fijándose sólo en los defectos, ha resultado un alivio para Pablo Casado. El líder del PP sortea el brete de verse obligado a facilitar la gobernalidad con el riesgo de ceder el carril de la oposición para que Vox continúe progresando por la derecha. 

En campaña se estilan las baladronadas, como se apreció en las ojeras de Sánchez cuando en los últimos días pareció que le fallaba la jugada de la repetición incluso para compartir colchón con Iglesias, pero aventar el temor a que la cuarta economía de la zona euro termine en un drama parecido al que está pasando Venezuela roza el esperpento. Cuando los llamados alcaldes del cambio levantaron los bastones de mando en A Coruña, Santiago y Ferrol, un asesor del PP auguró que hasta los semáforos podrían dejar de funcionar. Cuando se marcharon al perder las elecciones, como sucedió en Madrid con Carmena, lo hicieron con lo puesto, circunstancia que no sería destacable si trincar no hubiese sido antes costumbre. 

En Galicia, como en otras partes, sólo perdió Ciudadanos. Y cuando todos tienen algo que celebrar quiere decir que las expectativas no eran claras. Le soltó ayer el presidente de la Xunta a Gonzalo Caballero que con el preacuerdo de Iglesias y Sánchez  "firmaron no gobernar Galicia en muchos años". Feijóo vuelve a ser la fuerza más votada, confía en recuperar al votante de Vox y de C's, pero el líder del PSOE se agarra a que las fuerzas progresistas sumaron el 54%. Semáforo en ámbar. 

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