Opinión

El "nacionalista" PP gallego

En la ráfaga de titulares del informativo del mediodía de una radio de cobertura nacional destacan con sorpresa que el portavoz del PP de Galicia ha defendido públicamente el traslado de la momia del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo-Mingorrubio. Puede que se hubiesen caído de la silla si en el teletipo o en la emisora en Galicia les hubiesen advertido de que el responsable popular que horas antes había afirmado que no tiene "nada que objetar" y que le "parece bien porque el paso se ajusta a la ley"es Pedro Puy Fraga, sobrino de Manuel Fraga Iribarne. 

Los que conocen a Pedro Puy esta postura no le llamará la atención. Nadie tendría que responder por los actos de sus antepasados, pero parecemos empeñados en caminar mirando hacia atrás. Añadió que una actuación de estas características debería ir encaminada "a reforzar el pacto constitucional del 78", pero los actuales dirigentes políticos no se caracterizan precisamente por sus cualidades para el diálogo y el consenso. 

Resulta poco probable que Vox pueda pescar algún diputado en las elecciones gallegas del próximo año, pero en el hipotético caso de que lo lograse y de que el PP necesitase su apoyo para seguir en la Xunta, las conversaciones serían complicadas según se desprende de un tuit publicado por Santiago Abascal este fin de semana: "Dice Feijóo que el gobierno catalán debe 'disculparse con el pueblo gallego'. Hay que tener poca vergüenza para usar la tragedia de un policía español (y gallego) herido para vender su paleto nacionalismo, cuando es el mismo nacionalismo, pero catalán, el que ataca a la policía". 

Imaginen si carga la tecla después de la reflexión de Pedro Puy sobre el traslado de Franco. A estas horas los del PPdeG serán una horda de rojos para Abascal. Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy disfrutaron de mayoría absoluta, pero va a ser Pedro Sánchez, en funciones, el que se apunte el tanto de la reparación de una anomalía democrática. En Cataluña la solución tendrá que ser política. Es imposible retener a alguien en contra de su voluntad, pero más chungo es cuando la mitad se quiere quedar. Política y diálogo, pactos en vez de palos.

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