Opinión

Nadie tira la colilla en casa

El desmentido de las teorías conspiranoicas sobre el origen en un laboratorio chino del coronavirus SARS-CoV-2 ocupa parte de las comparecencias públicas del director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreisus. Que tenga que insistir en que "el virus ha surgido de manera natural como apuntan todas las publicaciones que hemos revisado" para contrarrestar las acusaciones sin mascarilla de   Donald Trump o de negacionistas contra los que no hay vacuna dispara la desconfianza del personal hacia los que están a los mandos, que a la vez anuncian medidas y contramedidas para que parezca que el problema está bajo control. 

Cualquier tabernero con la caja a dieta desde que la pandemia de covid-19 anda de ronda sabe que no hay fumador que tire la colilla al suelo en su casa aunque casi todos tuviesen la irrespetuosa costumbre de hacerlo en el bar. Un razonamiento similar podría aplicarse con el cuento chino del origen del coronavirus, a no ser que las publicaciones científicas tengan la fiabilidad de un tuit del presidente de Estados Unidos de madrugada. 

El ministro Salvador Illa impone –con el voto en contra en el Consejo Interterritorial de Salud de la mayoría de comunidades gobernadas por el PP, entre ellas Galicia– restricciones para confinar perimetralmente Madrid frente al rechazo de la presidenta Ayuso. Se presupone que nadie desea que la población que gobierna se contagie ni que se quede sin curro, pero el choque entre administraciones no contribuye a la confianza aunque engorde el espectáculo. La conviviente canta cada nueva medida a ritmo de carrusel deportivo e incluso calcula los contactos que ha tenido un amigo para aceptar un café: "Confía en la desconfianza".  

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