Opinión

Ni primera ni segunda residencia, tu casa

Con 30.000 muertos lamentablemente llorados en las residencias y los mayores de 80 años sobre el papel vacunados, sentarse a diseñar ahora la movilidad dentro de un mes parece tan precipitado como cuando se dio la pandemia por derrotada con los primeros calores del pasado verano. La mayoría de comunidades y el Ministerio de Sanidad quieren mantener Madrid cerrado durante la Semana Santa y van apareciendo propuestas de lo más variopinto sobre el asunto. Lo más sensato parece la actitud de Julio García Comesaña, conselleiro de Sanidade, al pedir prudencia y paciencia porque falta un ciclo epidemiológico para poder hacer un análisis preciso de la situación y de la población inmunizada. 

El cerco a Madrid se estrecha, la ministra Darias avisa de que la decisión en el Consejo Interterritorial será de obligado cumplimiento porque "el objetivo es salvar vidas, no semanas", mientras el vicepresidente de la comunidad, Ignacio Aguado, intenta colar que al menos se permita viajar a los vacunados. Esta solución generaría un agravio con el personal que no se ha saltado la cola como muchos jetas o no ha viajado hasta Abu Dabi como las infantas Elena y Cristina que siguen empeñadas en torpedear el reinado de su hermano Felipe VI. 

A los hosteleros valencianos se les ocurrió la semana pasada proponer que se pueda viajar entre comunidades con reserva hotelera que serviría de salvoconducto en caso de que prosigan los cierres perimetrales. Argumentan que los clientes estarían más controlados que con las avalanchas a las segundas residencias y sería más fácil activar el rastreo si se detecta algún caso positivo de covid. Es comprensible que los sectores más afectados por la crisis sanitaria busquen soluciones a la desesperada, pero podría darse el despropósito de que la gente pagase un hotel para dormir en su casa. No se trata de la primera ni de la segunda residencia, sino de tu casa. Un madrileño que apoquina el IBI, las tasas de basura y el resto de servicios municipales durante todo el año están contribuyendo a mantener poblaciones turísticas como Sanxenxo, Baiona, Laxe o Zahara de los Atunes en Andalucía. Acabarán pidiendo la devolución de los impuestos por no haber podido disfrutar, con "sentidiño", de la vivienda que costean a veces con créditos. 

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