Opinión

Una ola menos en Galicia

Un funambulista que cuelgue su cuerda para caminar sobre el abismo sabe que los pasos más complicados son los tres últimos. El desafío a Newton no se completa hasta que se pisa tierra firme y el riesgo se dispara cuando el objetivo está a tiro de pie. El éxito empaña la concentración y los saludos al personal pueden acabar en despedida. El vacío no concede segundas oportunidades.

Galicia no registró en la última jornada ni un solo fallecido por covid y en la anterior murió una mujer, según el parte que la Xunta facilita a diario. A partir de hoy los restaurantes podrán servir cenas hasta las once de la noche, bajo reserva, con medidores de CO2, aforos marcados e identificando a la clientela para atajar con rapidez un posible brote. Un engorro para algunos, una faena para los bares que tienen que cerrar a las nueve como antes fue para los restaurantes, pero es otro paso hacia la necesaria recuperación.

Un estudio del Observatorio Abanca concluye que la actividad comercial subió en Galicia un 5% entre el 8 de marzo y el 11 de abril respecto al mismo período en 2020, anterior a la crisis, por la Semana Santa y el alivio de las restricciones. Los 20.000 bonos turísticos para los que la Xunta destinó dos millones de euros se agotaron en doce horas, a ritmo de 150 solicitudes cada cinco minutos. La desescalada arranca con ganas de desfase. 

Una ola menos en Galicia, según se quieran interpretar los datos. Los contagios llevan una semana repuntando –ayer se registraron 199 nuevos positivos– hasta los 2.439 casos activos. Preocupan dos variantes brasileñas detectadas en Vigo, pero los pacientes hospitalizados descienden a 182. La planta de la UCI del Hospital Universitario de A Coruña contaba ayer con cuatro enfermos por covid cuando en febrero llegó a atender a más de 90. Con más de 600.000 gallegos que han recibido al menos una dosis de la vacuna y 8,6 millones en el conjunto del Estado, debatir sobre la continuidad del estado de alarma es como dudar cuando en la cuerda quedan tres pasos. Si Francia o Alemania, con la actividad ralentizada, presentan peores datos que aquí, ¿no será porque no son tan disciplinados con la mascarilla? Hay que seguir avanzando con responsabilidad o el estado será de necesidad extrema.

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