Al cruzar A Canda, Javier Ortega Smith buscó en Google el referente del nacionalismo gallego. Alguien homologable a Sabino Arana para repartir estopa en la campaña electoral como había visto hacer a Santiago Abascal en el País Vasco. En el famoso buscador apareció Castelao. El secretario general de Vox se ajustó el cinturón satisfecho, ya tenía diana a la que disparar en el acto que iba a celebrar en Ginzo, como le indicaba el navegador del coche y también el folleto con el que se anunciaba el mitin.
Primero sopesó la idea de comenzar el evento haciendo unas flexiones para que los parroquianos comprobasen como sus "anticuerpos españoles luchan contra los malditos virus chinos", uno de los disparates más celebrados durante el estado de alarma por la pandemia de covid-19, pero Javier Ortega Smith es un tipo con recursos y el ejercicio podría confundir al personal, incapaz de olvidar sus prácticas de tiro. Mejor percutir con algo efectista para entrar en campaña como en una clase de ballet con zapatones. Y como el "Black Lives Matter" caía temporalmente cerca, agarró el micro y dijo ante una veintena de curiosos: "Tanto homenaje todos los años a ese racista, antiespañol y xenófobo de Castelao se le ha pegado tanto que va a haber que llamarle Alberto Feijóo Castelao". Una chica se llevó las manos a la cabeza, un chaval le gritó: "Burro". Y como las redes sociales le dieron protagonismo, Ortega Smith dio gracias a Google por guiarlo por el buen camino hasta Castelao y hasta Ginzo.
Llamar racista a Castelao, médico de formación, o decir que el PPdeG es un partido separatista, es fiar la suerte electoral a una campaña antigallega, que no es lo mismo que antigaleguista. El resultado es que se dejó casí 100.00 votos respecto a las últimas generales porque no entendió la ensencia de los gallegos, que rechazan cualquier tipo de violencia, ya sea física o intelectual. Ya decía Alfonso Daniel Rodríguez Castelao: "Irmáns: Fuxide sempre dos parvos. Non vos arrimedes a eles, porque poden roubarvos algo da vosa razón... E se algún parvo chega a ser autoridade non mostredes asombro porque son cousas do sistema que combatimos e dos tempos en que nos cadrou vivir". Galicia, una vez más, le ha dado con la puerta en las narices al parvo.
