Opinión

Piñón 42

Uno de las grandes desvelos del político que asume el liderazgo de un partido ocurre cuando no cuenta con tribuna parlamentaria para replicar al adversario que pretende tumbar en las urnas. Le sucedió a Alberto Núñez Feijóo cuando llegó a Génova para sustituir a Pablo Casado al frente del PP. Sin escaño en el Congreso, se hizo con un sitio en el Senado por designación o gracia autonómica para poder debatir con el presidente del Gobierno al menos una vez al mes, además de cobrar un jornal. Pedro Sánchez le ha pillado el tono y ahora ya es él quien pide enfrentarse a Feijóo.

Al Senado también quiso ir por designación autonómica José Ramón Gómez Besteiro cuando era secretario xeral de los socialistas gallegos y candidato a la Xunta, aunque detrás del intento estaba sacudirse, con el aforamiento, a la jueza Pilar de Lara en unas causas que fueron todas archivadas seis años después de dimitir y de permanecer en la orilla política. Pero Feijóo le negó la gracia por la mayoría aplastante del PPdeG y se evitó en la refriega electoral a un rival fogueado en el municipalismo.

Tras ser elegido Valentín González Formoso líder del PSdeG, uno de los inconvenientes que se airearon fue que no podría debatir, antes con Feijóo y ahora con Alfonso Rueda, con el presidente de la Xunta en sede parlamentaria. Como alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación de A Coruña puede estrechar más manos aunque sus discursos no lleguen en directo a oídos de sus señorías.

Ayer se celebró el primer cara a cara del año entre el presidente gallego y los portavoces de los grupos de la oposición, la nacionalista Ana Pontón y el socialista Luis Álvarez, con la situación económica y el alza de precios como ejes de la sesión de control al Gobierno. Elocuencia de los portavoces aparte, porque en el Parlamento estaba y está Gonzalo Caballero y ya se vio el resultado del PSdeG en la últimas elecciones gallegas, Rueda resolvió el pretendido brete sacando los presupuestos aprobados con 42 diputados a piñón: “Las cuentas en tiempo y forma es la mejor manera de hacer frente a las necesidades de la gente y no a golpe propagandístico”. Las trabajadas arengas alimentan redes y egos, pero el mejor cara a cara es en la calle con el ciudadano.  

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