Opinión

Prioridades en tiempos de pandemia

El viernes por la tarde parecía que se iba a acabar el mundo con la gente desesperada buscando sitio en las terrazas", sopla un vecino de A Coruña al saber que el interlocutor acaba de llegar de León. A las doce horas entró en vigor la orden de la Xunta que clausura por un mes la hostelería , cierra perimetralmente 60 concellos de Galicia y afecta al 60% de la población. "Supongo que el Húmedo también dará mucha penita con todo el tapeo que hay por esas calles", añade antes de mostrar su sorpresa por no querer compartir el espacio ni el aire del ascensor. "Claro que a ti lo de los bares ya no te preocupa demasiado", le da tiempo a decir mientras se cierra la puerta del ascensor. Es una manera sutil de llamarte viejo en todo el careto pero no le falta razón, las prioridades van según la edad y llega un momento en que los padres tienen que dejar sitio a los hijos en la barra del bar para no acabar resultando ridículos.

Un colega ourensano salió antes del toque de queda del domingo a darse un garbeo con su conviviente por los Vinos. "La imagen es escalofriante con todas las tabernas cerradas", comentó ella sin encontrar belleza en el silencio. "Pues imagínate qué bien están durmiendo estos días los que viven encima. Quizá sea el momento de cambiar el modelo porque no podemos seguir con el ocio nocturno de griterío y vomitonas en los portales". Amenazaba con proseguir con una fenomenal chapa sobre la España que madruga, la que no duerme y la que no puede dormir, hasta que la conviviente atajó el parlamento sugiriendo que podían pedir una cervecita en uno de los contados garitos que encontraron con servicio para llevar y apurarla en un banco."Yo ya no tengo edad para ir por la calle con una lata", rezongó sin querer reconocer que añora al tabernero. 

 Quizá estemos abocados a ser los camareros de Europa porque la mayor parte del personal estructura su tiempo libre en función del horario del bar. Los hosteleros de Ourense se manifestaron ayer otra vez, pero después el representante de Lugo, Cheché Real, expresó su "satisfacción por el acuerdo con la Xunta que compensará entre 5.000 y 7.000 euros por cada establecimiento que demuestre que lleva un mes cerrado". El día que abran volverá a comenzar el mundo, para muchos. 

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