Opinión

Sánchez sitúa a Rueda en el plano estatal

Un juez jubilado que mantiene correspondencia electrónica con Isabel Díaz Ayuso podía hasta ayer compartir asiento con Alfonso Rueda en el metro de Madrid sin enterarse de que el hombre que viajaba a su lado es el presidente de la Xunta de Galicia: “A ese chico no le ponía cara”. Pero ya lo ha fichado porque se ocupó de buscar quién era el líder autonómico al que Pedro Sánchez abroncó sin citarlo en la cumbre hispano-francesa celebrada en Barcelona mientras agradecía la presencia de Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, en la recepción a Emmanuel Macron: “En otras cumbres bilaterales, en otras partes de España, no hemos ni contado con la presencia de presidentes autonómicos a la hora de recibir a otros mandatarios”.

Tres meses después de que Alfonso Rueda delegase en el conselleiro Miguel Corgos la representación de la Xunta en la cumbre hispano-alemana que se celebró en A Coruña bajo  la disculpa de haber recibido la invitación con 48 horas de antelación cuando en la agenda ya había cerrado la entrega de las distinciones al mérito deportivo con 400 asistentes, Pedro Sánchez sigue sin olvidar el desplante. En noviembre pasó de invitar a Rueda a la cumbre hispano-lusa que se celebró en Viana do Castelo a pesar de la queja pública y reiterada del presidente de la Xunta y el agravio por la asistencia de Abel Caballero, alcalde de Vigo, en calidad de presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). El recado a Rueda en presencia de Macron desmonta la tesis blandida entonces por el Gobierno central pretextando que los mandatarios autonómicos no suelen participar este tipo de encuentros bilaterales.
El pescozón de Sánchez sitúa a Rueda, necesitado de reconocimiento, en el plano estatal. En el vídeo de Navidad del partido confesó con ternura que muchos gallegos no asocian su cara al cargo tras suceder a Núñez Feijóo en la presidencia de la Xunta y del PPdeG. Sánchez dejó la puerta abierta con la reprimenda velada y Alfonso Rueda aprovechó para colarse en la política nacional, primero en las redes sociales y ayer en la Feria Internacional de Turismo (Fitur). Las elecciones gallegas no se ganan en las redes ni con votos en Madrid, pero todo cargo conlleva una dosis de vanidad. 

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