Opinión

"Sentidiño", doña Sofía

Los paneles informativos de las dos autovías que conectan Galicia con la meseta repiten cada pocos kilómetros la recomendación de evitar desplazamientos innecesarios por la pandemia de covid. El "sentidiño" –sensatez con una pizca de cariño– con el que machaca la Xunta ya lo entiende hasta un camionero sueco en prácticas. Galicia continúa con el cierre perimetral, incluso está prohibido el viaje para asistir al entierro de la suegra si la relación y el parentesco no están acreditados por un papel legal, pero ayer la reina emérita se trasladó hasta A Coruña "para conocer la labor de los voluntarios del Banco de Alimentos Rías Altas", según reza el titular de un teletipo. 

A Sofía de Grecia le llevó poco más de una hora la faena. Por la brevedad del encuentro y la extensión de la real comitiva –presidente de la Xunta, presidente del Parlamento, alcaldesa de A Coruña, presidente de la Diputación y subdelegada del Gobierno, entre otros cargos– podía haberse ahorrado las molestias, propias y ajenas, y sacarse la foto en calidad de presidenta ejecutiva de la Fundación Reina Sofía en un Banco de Alimentos de Madrid. El acto se desarrolló sin declaraciones y la prensa no pudo acceder al interior de las instalaciones por el protocolo de covid.

Se presupone que una reina, aunque esté jubilada, no va a castigarse la espalda durante seis horas en coche para llegar a la punta de la punta, si es que salió de Madrid. En el aeropuerto también se habrá encontrado con algún cartel del recordado "sentidiño", pero habrá pensado que si sus nietos Froilán y Victoria Federica pueden saltar hasta Marbella para atizarse unas copas, ella al menos se mueve por la comida de otros.

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