Opinión

Tiempo para la protesta

El tiempo ha desgastado la huelga de los trabajadores de Xustiza de Galicia. Resulta imposible mantener el pulso, por muy legítimo que sea, durante tres meses, a no ser que el movimiento cuente con una caja de resistencia del tamaño de la recaudación de Inditex para compensar la pérdida salarial por cada día sujetando la pancarta. La luz hay que pagarla y a esa baza se agarró el vicepresidente Alfonso Rueda para ceder lo que quiso y no lo que le pedían.

Para sostener un paro o un encierro se necesita tiempo y unos mínimos recursos económicos garantizados. Quizá no sea cierto que los adultos de ahora seamos menos combativos que la generación de abuelos que continúan en la calle a pesar de que el Gobierno central ha apalabrado con el PNV vincular el incremento de las pensiones a la subida del coste de la vida a cambio del apoyo con los presupuestos. Ahora exigen que se "blinden" en la Constitución como Zapatero y Rajoy hicieron con el pago de la deuda. Y ahí los tendrán porque tienen tiempo y la pensión garantizada, aunque sea una miseria, que es algo más que nada.

En Rianxo, medio centenar de vecinos mantuvieron un encierro durante nueve meses en el salón de plenos del Concello para conseguir un centro de día en la localidad. Algunos murieron durante la pelea, pero lo disfrutarán los que queden y los que vendrán. La Xunta pretendía que se desplazasen unas decenas de kilómetros hasta los municipios vecinos, pero los ancianos no se movieron ni un centímetro en su exigencia y al final lo costeará la Diputación y el Concello.

Las grandes conquistas sociales suelen nacer de los movimientos estudiantiles. Tienen tiempo y la luz la pagan papá y mamá. Casi siempre con gusto.

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