Opinión

Turismo de más allá

Como le sucedía a Buñuel, cuesta creer en las estadísticas porque son maleables como una verdad a medias. La Xunta informó ayer de que la Semana Santa cerró en Galicia con una ocupación media del 80%. Las estimaciones del sector señalan que en destinos turísticos como Ferrol, Ourense, Santiago, A Mariña lucense o la Ribeira Sacra la ocupación alcanzó entre el 90 y el 100% del alojamiento disponible. 

“El viernes, durante una procesión, en Ribadavia tuve que subir hasta la iglesia de Santo Domingo para poder cambiar de acera”, comenta un colega del periódico al asomarse a los datos con la credulidad del que acaba de sufrir un atasco para llegar al lugar de destino.

El sábado la Costa da Morte rezumaba vida por el hechizo del mar bravo, la Mostra do Encaixe de Camariñas y el final del Camino en Fisterra. La conviviente sugirió en Laxe visitar algún lugar apartado que no conociese en vez de recorrer el hermoso arenal con duna en pleno casco urbano.

Para quedar como un avezado aborigen, al chófer de anécdotas se le ocurrió subir hasta el faro, el cementerio y la cala de los cristales, un antiguo vertedero de botellas que el mar se ocupó de transformar en fantasía de color y la mercadotecnia en reclamo turístico. Cientos de personas habían tenido la misma idea.

El reguero de coches y piernas dirigiéndose hacia el punto donde comienza el más allá hizo recordar que un amigo de padre, oriundo de Laxe, bromeaba con que no quería ser enterrado allí porque con el nicho cerrado nadie volvería a visitarlo al lado de un basurero de vidrio. Si llega a saber la evolución del turismo, coloca una caseta para despachar entradas. No hay destino malo, en todo caso mal vendido. 

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