Opinión

Vacunar antes a los jóvenes

Europa puede planchar la oreja sin sobresaltos de conciencia por no haber dejado en la estacada a sus mayores al fijar el calendario y las prioridades de vacunación para frenar la pandemia de covid. Actuar con el corazón no siempre significa que se haya tomado la mejor decisión para alcanzar un objetivo común. Un socorrista aprende desde la primera práctica que en ocasiones conviene hundirse con el bañista que se está ahogando para poder sacarlo a la orilla. La mala gestión del pánico puede acabar con rescatador y rescatado en el fondo.

El coronavirus está provocando una masacre generacional y son plausibles los desvelos para devolverles lo que han hecho por levantar el estado de bienestar, pero los ancianos de las residencias no se ponen en riesgo a no ser que alguien le lleve el virus hasta la puerta de la habitación. La vecina enfermera reconoció en una conversación de rellano que hubiese sido más recomendable vacunar a los trabajadores de las residencias para que los mayores estuviesen indirectamente protegidos y después poner el foco en potenciales aspersores del virus como son los jóvenes. 

En Indonesia las primeras dosis de la vacuna se administraron a los sanitarios y el siguiente objetivo fueron los trabajadores entre 18 y 59 años. Priorizar a la juventud en la estrategia puede parecer una decisión desalmada, pero se trata de que el colectivo que sale a diario a ganarse el jornal y se desplaza arracimado en transporte público no ponga en riesgo a los abuelos y al resto de la familia al regresar a casa por la noche. En el calendario de vacunación pactado le toca ahora en Galicia a los mayores de 80 años que viven en domicilios particulares, pero –incluso duele escribirlo–son los hijos o los nietos su mayor riesgo.

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