Opinión

Vidas separadas

La mujer salió de la residencia con la sonrisa desencajada del que acaba de recibir un sopapo emocional. A los pocos segundos comenzó a llorar y una pareja que esperaba en la puerta le ofreció el hombro y un pañuelo. "Me acaba de decir mi madre que se encuentra fenomenal, aunque está disgustada porque ella y mi padre están haciendo vidas separadas", comentó entre hipidos. "Pero eso no es un problema tan gordo y menos a esas edades". Las palabras de consuelo fueron contestadas con un gesto de desesperación que acabó contagiando a los que sintonizaron la oreja para no perderse la explicación. "Es que mi padre lleva siete meses muerto. Y no quiere entenderlo. Cuando no habla con mi padre, ve a su hermana, que también falleció hace más de una década, aunque a veces creo que es feliz en su mundo". 

Vidas separadas es una manera dulce de expresar que la enfermedad la ha separado de su vida sin ser capaz de reconocer lo sucedido o negarse a asumirlo. Mierda de vida para unos, para otros un escalón más que hay que ascender en una cuesta de penalidades con el consuelo de la felicidad al fondo. En ningún caso hay elección legal. Tienes que vivir o malvivir porque sí, a no ser que tengas cabeza para tomar una decisión y manos para apañártelas por tu cuenta. 

En mayo de 2005, este chófer de anécdotas escribió el libro 'Querido Ramón' en el que Ramona Maneiro contaba en primera persona como había prestado sus manos a Ramón Sampedro para acabar con el sufrimiento de décadas postrado en una cama. Lo confesó una vez hubo prescrito el delito. Durante las charlas de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) a las que hubo que acompañarla, porque en aquel momento Ramona era protagonista de esa reivindicación, ni el más pesimista de los expertos pronosticó que 15 años después estaríamos en una situación parecida. Y seguimos en las mismas por miedo político más que por el rechazo social. El debate sobre la despenalización de la eutanasia por fin ha llegado al Congreso, pero los grupos conservadores se entretienen con los matices en vez de afrontar el problema con valentía. No es obligatorio, como dijo González del divorcio, es el derecho a separarte de la vida cuando desees.

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