Opinión

"¿A qué voy, por qué lo recibo?"

Más de tres horas de reunión en San Caetano. El presidente Feijóo piensa: "¿Por qué lo he recibido? El líder de los socialistas gallego  lamenta: "¿A qué he venido?". Los dos se miran mientras los minutos se consumen a ritmo de vela. "Pues no está mal el despacho", se dice José Ramón Gómez Besteiro mientras examina la estancia como si estuviese tomando medidas. "Ya puedes contemplarlo, porque vas apañado si crees que vas a ocupar algún día esta silla", masculla Feijóo mientras le tiende un documento con 35 medidas contra la corrupción que su interlocutor se niega a respaldar.

Acaba la reunión y cada uno vende su película. El anfitrión explica su sorpresa porque la visita nollevase  una propuesta, un documento o al menos haya apoyado la que le ofrecía. Es que no llevó ni unas pastas. El invitado replica que no puede respaldar ninguna iniciativa contra la corrupción del inquilino de San Caetano si antes no acude al Parlamento a explicar sus amistades sospechosas y extiende la negociación al resto de partidos y a la sociedad civil. Gómez Besteiro no quiere ser rehén del bipartidismo el día que las encuestas del CIS anuncian su final.

Lejos de allí, en Allariz, el portavoz nacional del BNG, Xavier Vence, califica el encuentro de escena de sofá de vieja política. Y aunque a alguien le puede sonar a pataleta por no haber sido invitado, no le falta razón. La escena es 'viejuna' y opaca. No hace falta un repentino tratado sobre intenciones honestas ni un pacto de buenas prácticas y transparencia, sino decencia. Algo apesta cuando se necesita firmar el compromiso de que los políticos no se presentan para trincar. ¿Quiere decir que todos estos años no se hacía por servicio público?

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