Opinión

El vuelo de Julio, la caída de todos

Antes de que la pandemia de covid-19 descolocase las bisagras del mundo que habita de prestado nuestra especie, una anciana reprochó a un fumador colillero el humo recibido con una advertencia tan molesta como la calada ajena: "Te vas a morir". El fulano se giró al instante con careto de bronca, pero al apreciar las canas entre la cortina de humo prefirió apurar la retranca: "Es cierto, señora, y si dios no pone remedio, usted lo hará antes". Los dos rieron con ganas por la salida inesperada. La muerte no se discute, sólo la manera de diñarla.

La vecina enfermera salió del ascensor con gesto de pésame. "Vais a caer todos", respondió al preguntarle cómo están las cosas en su centro de salud de León, ciudad cerrada perimetralmente casi al mismo tiempo que Ourense y Barbadás pero sin tener que acreditar la convivencia para ocupar seis personas una mesa en una terraza. "Yo estoy desmoralizada. Un día estás arriba porque sólo han llegado 35 casos positivos, pero después te das cuenta de que los días siguientes llegarán multiplicados por tres. Y se cumple". 

La madre de la conviviente ha dado positivo con otros 17 ancianos de su residencia. "Me ha dicho el médico que tengo una enfermedad que es una cosa muy común, pero me encuentro muy bien", le comentó a la hija cuando la preocupación de la familia era más extrema que la enfermedad. Los días pasan y el riesgo de que en la partida de defunción aparezca covid-19 se aleja. "En una residencia que me toca a mí están contagiados 44 de los 46 ancianos, pero todos siguen como una rosa excepto dos que están hospitalizados y cualquier día van para el huerto, aunque con 94 y 100 años". La enfermera corroboró la sensación de que la letalidad es menor mientras que la amenaza de colapso sanitario se dispara. 

Julio Dorado es un aviador que escribe con aguijón para que sus artículos se claven en la conciencia del personal. Hace unos días firmó en este periódico una lección magistral para despedirse de los lectores –porque es escritor de altos vuelos aunque le quedase ese libro pendiente– tras discutir durante años con el cáncer a la cara. "La mayor fortuna de la vida es la fortuna de vivir mientras uno está libre de enfermedad". Para caer siempre hay tiempo.

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