Opinión

Xinzo, ejemplo mundial

A los agentes de la DEA, la agencia estadounidense para el control de drogas, les cuesta comprender que Colombia o el resto de América Latina se paralicen no solo para ver a su selección de fútbol, sino por un Clásico entre Real Madrid y Barcelona. Aunque en la tierra del Tío Sam prefieran jugar a deportes con más tanteo e interrupciones para colar propaganda y vender perritos calientes, el fútbol es un colosal catalizador de las emociones planetarias, como ha sabido apreciar Catar desde hace años para blanquear su monarquía absoluta tanto desde la publicidad en la camiseta del Barcelona, como la propiedad del PSG parisino o el intenso Mundial que se disputa en el campo tras el chalaneo corrupto en la elección de la sede por la FIFA, las protestas por los trabajadores fallecidos y explotados en la construcción de los estadios o la persecución del colectivo LGTB.

El fútbol es capaz de sentar en una grada a clases sociales que nunca compartirían espacio de no ser porque la pelota les hace abrazar el mismo sentimiento. El fútbol incluso puede modificar la opinión sobre un pueblo a alguien que decía no ser xenófobo pero aireaba sin recato que “los moritos cuanto más lejos, mejor”. “Pues voy a tener que cambiar de opinión porque el comportamiento de los marroquíes tras eliminar a España ha sido ejemplar en nuestras calles”, comentó el colega de las reservas con la emigración magrebí antes de que Marruecos apease a Portugal del cajón de las semifinales. “Quiero que ganen los hermanos lusos, pero ya no me importa que lo hagan los vecinos de más al sur”.

Pasó Marruecos, por primera vez un país africano alcanza las semifinales y en el municipio ourensano de Xinzo de Limia la colonia marroquí de unos 200 integrantes conquistó la calle y el corazón de muchos. Laura Seara, exsecretaria de Estado de Igualdad, resumió sus sensaciones de la celebración en Xinzo: “Lo cierto es que me emocioné mucho. Conozco a varios de esos jóvenes, casi todos nacidos en España, que hoy mostraron alegría y orgullo de pertenencia al país de su familia, de su cultura, de sus orígenes. Nos suena mucho a los gallegos, ¿verdad? Se llama memoria, también morriña. Y son un ejemplo de integración y convivencia en paz”. Redondo como la pelota.

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