Opinión

"A las 'chatis' nos gusta que nos respeten"

Xiana Opinion

El otro día llegué al curro cabreada. De camino a la redacción me encontré uno de esos carteles que los amigos cuelgan por ahí para celebrar las bodas de la pandilla. “Pepito, piénsatelo bien. Tetas. 50 euros: Tosca, Venus”. Frente a la máquina de café, se lo comenté a mis colegas. “Bueno, tranquila, es un chiste”. Intercambiamos pareceres un rato, otro me dijo “ya no se puede ni hacer bromas”, me cabrée más y horas después me fui a casa con el cuento del chistecito y de los límites del humor.

Mientras cenaba, me di cuenta: es que no es un chiste, señores. No es un comentario ingenioso, sorprendente, hilarante o gracioso. Es un comentario de mal gusto, simplista, cosificador y, sí colegas míos, misógino. A lo mejor el tal Pepito es gay y por eso el revuelo con las tetas, en ese caso, mal gusto, homófobo y misógino. 

Las mujeres somos más que dos tetas, un culo y la capacidad de procrear. Es evidente, ¿no? Entonces, ¿cuál es la gracia de seguir manteniendo este tipo de comentarios que hablan de todo lo contrario? ¿Que lo vean los que hoy son niños para hacerles creer que la sociedad piensa eso? ¿Que crezcan entendiendo que sus compañeras, sus amigas, sus primas e incluso su madre, son solo dos tetas?

¿O para que lo vean las niñas, y crezcan pensando que su único cometido es tener dos tetas grandes para gustarle a un hombre? “Tranquila, es un chiste”. Supongo que en esa categoría también entran los comentarios que te hacen por la calle, o en una discoteca, en el parque mientras paseas a tu perro o cuando tomas un café con tus amigas. 

Hace poco entrevisté a un físico que me hablaba de la necesidad de cambiar ciertos hábitos para reducir el impacto humano sobre el planeta. “Pero tiene que ser transversal a toda la sociedad”, le dije. “Sí, claro, si no, no funciona”, me contestó. Pero es más cómodo seguir yendo en coche a todos lados, incluso en una ciudad tan pequeña como Ourense, y es más cómodo seguir haciendo los mismos chistes que hacían nuestros padres y abuelos que pensar unos nuevos, más ingeniosos y menos hirientes. Yo pondría: “Pepito, dile a tus colegas que con esos comentarios no se van a comer un colín, a las 'chatis' nos gusta que nos respeten”.

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