Opinión

El pelotazo de Pérez

El disparo del balón iba derecho a la escuadra, pero se estrelló contra el ángulo de los dos palos. El pelotazo y el fallo dejaron mudas a las gradas”. Así podría resumir un comentarista deportivo el penalti de Florentino Pérez contra la UEFA y la FIFA. “La operación financiera de la Súper Liga, no obstante de contar con los avales bancarios internacionales, resultó fallida como consecuencia del error en los cálculos al anunciar la opa salvaje. La quiebra tuvo consecuencias en las bolsas europeas y los equipos implicados, tras la oscura jugada, acusaron el descenso del valor de sus acciones”. Con este informe cerraría el acontecimiento un cronista financiero. 

“Florentino Pérez, en su intento por salvar el fútbol europeo, ha sido traicionado por sus socios. De este modo queda clausurado un proyecto que no ha vivido más de cuarenta y ocho horas de cara al público”. Así se escucharía la noticia en el corte de cualquier boletín informativo. “Al presidente del Real Madrid se le trabó el capote en el primer pase de verónica y el toro de la UEFA lo empitonó dejándolo gravemente herido”. Abría de escribir un crítico taurino… Un médico utilizaría el bisturí, una actriz el rol y la escena, un conductor las dificultades del tráfico deportivo, una detective las sospechas de fraude… y todos tendrían algo que decir de este órdago que ha vuelto a destapar el miserable esplendor del espectáculo de las competiciones deportivas. Porque, aunque no se palpe, nos incumbe a la sociedad en su conjunto.

Dice un axioma tibetano que existen muchos mundos pero que todos están en este. Lo difícil es discernir el modo en que interfieren en nuestra vida cotidiana cada uno de ellos. Esa fue la base de mi primera reflexión al escuchar la noticia. ¿Hasta dónde el universo del fútbol nos concierne a quienes ni nos interesa el deporte ni sus espectáculos? Hemos aceptado con docilidad sus prácticas casi mafiosas en el manejo de los caudales. Damos por buena y aplaudimos la compraventa y el tráfico de deportistas, en el más puro símil de los gladiadores romanos. Aceptamos que sea un mundo regido por leyes y normas propias, como un gueto independiente. Apenas se conocen las prácticas feudales en las que se sustenta su pirámide de poder… La UEFA, la FIFA, los clubes, las asociaciones de profesionales y -amateurs futbolistas, árbitros, directivos…- viven en una gran ciudad amurallada y opaca. Cuanto dejan ver sus almenas, al margen del espectáculo televisado, es miseria y avaricia rayana con el delito.

Sin embargo esa ciudad, ese mundo, nos toca el bolsillo particular cuando defraudan alegremente al fisco. Dañan la moral de miles de niños y adolescentes, quienes sueñan con el triunfo crematístico de lo físico sobre el intelecto. Interfieren en la economía general merced al funcionamiento de miles de puestos de trabajo, subordinados a ellos en extramuros, en los arrabales del negocio. Su poder económico influye en el equilibrio del Producto Interior Bruto (PIB) del país. Y desde ahí influyen en nuestra cesta de la compra, en las posibilidades de disfrutar de ocio, de educación, de cultura, de sanidad…

¿A qué parece una exageración? Pues no lo es. Entre usted en las bases de los valores económicos y sociales y verá porque esa ciudad independiente y amurallada, sin territorio fijo en ningún mapa, es permitida por los Gobiernos. Y entenderá porque el pelotazo de Florentino Pérez, contra la organización tradicional de la UEFA y la FIFA, ha interesado tanto a los gobernantes del Reino Unido, de Alemania, de Francia, de Italia y de España, más allá de contemplarlo como una elemental lucha de titanes multimillonarios.

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