La Región

Jardín del Posío, testigo de tres siglos

Durante tres siglos este espacio, nacido como Jardín Botánico, ha sido el epicentro de la vida social y cultural de la ciudad. Desde hace décadas, y a pesar de las reivindicaciones vecinales, aún se encuentra a la espera de su futura reforma

Sonia Torre Delgado

Un último gesto antes de salir de la casa: colocarse bien el sombrero. Es nuevo. Sin duda, llamará la atención. Ese es el objetivo. Espera que durante el paseo por la zona central del Jardín levante miradas de admiración. Es un mes de primavera entorno al año 1856. Dice la ciencia que, antes de morir, la propia vida pasa ante uno como si fuese una película. Así que este podría ser uno de los primeros fotogramas que el Jardín del Posío, mudo testigo de la historia de la ciudad de Ourense durante tres siglos, mantuviese en su memoria. Su repaso no es fugaz, va a cámara lenta, ya que hace décadas que sufre la condena del deterioro y el olvido.

Imagen del paseo central del Jardín del Posío en una postal

Imagen del paseo central del Jardín del Posío en una postal

No recuerda el nombre de la persona propietaria de ese sombrero. Pero sabe que pertenece a la nueva burguesía que a mediados del siglo XIX reclamaba la creación de paseos y espacios ajardinados. “El parque urbano era para este grupo un escenario indispensable de ocio, relación y lucimiento. Se empleaba para disfrutar del tiempo libre, establecer y mantener relaciones socioeconómicas, y como escaparate donde exponer el enriquecimiento personal”. Así lo recoge el historiador Xosé Somoza en su tesis doctoral “Desarrollo urbano en Ourense. 1895-2000”.

Esa burguesía buscaba un gran parque en el lado sur de la ciudad donde poder mostrar su incipiente poder social y económico.

Lo que no ha olvidado el Jardín es el nombre de Leoncio Parejón, director del Instituto Provincial que se empeñó en crear un Jardín Botánico en el entonces campo comunal del Posío. A principios de 1850 solicitó permiso al Gobernador Civil para cultivar en ese espacio ciertas plantas para sus clases de Botánica.

“En marzo de 1853 la corporación municipal trató la conversión del campo en lugar de recreo, y el 8 de febrero de 1854 el gobernador Juan García Armero informó al Ayuntamiento que se había aprobado la concesión de un crédito de 30.000 reales para convertir en Jardín Público la Alameda del Posío, dotándole de paseos separados de mirtos y cuadros laterales rellenados por plantas y flores exóticas”, mantiene Xosé Somoza.

Fuente procedente de Osera ubicada en el Jardín del Posío, 1958

El Jardín fue dividido en tres partes, de distinta altura: la zona superior cobijó los árboles de mayor porte - recibió el nombre de El Bosque- con moreiras, castaños de indias y acacias y una fuente exclaustrada del monasterio de Oseira (trasladada en 1969 a otro espacio de la ciudad). La parte central acogía el paseo con tres itinerarios diferenciados según la clase social: el sector central estaba reservado para la burguesía, y los laterales, uno para empleados y dependientes y otro para las personas mayores. La zona inferior acogía el Botánico, ligado a la cátedra de Física, Química e Historia Natural del antiguo Instituto, con 250 especies de plantas y más de 150 árboles, entre ellos un paseo de palmeras trasplantado en 1899. Ourense ya tenía un jardín poético y romántico del que poder presumir: un lugar cerrado y recogido, con vegetación abundante.

Xesús Ferro Couselo

Xesús Ferro Couselo

Ferro Couselo escribió: “El Posío es el jardín por antonomasia”.

Entró en el siglo XX creciendo, no en terreno, pero sí en importancia y en esplendor. Era el pulmón verde de un Ourense que iba dejando atrás su carácter rural para convertirse en urbe. La población lo convirtió en su centro de encuentro y disfrutó en este siglo de sus espacios, viendo cómo llegaban nuevos habitantes: pavos reales, patos…Y fue un lugar del que presumir.

En julio de 1914 recibió la visita de la Infanta Isabel. Tal y como recoge La Región en sus páginas: “Se dirigió a los Jardines del Posío, entrando por la puerta que da a la calle del Progreso. Mostrándose admirada del buen estado de nuestros jardines que, a juicio de Doña Isabel, nada tiene que envidiar a los mejores que ha visto en poblaciones de igual categoría que Orense”.

Imagen antigua del Jardín del Posío. Entró en el siglo XX creciendo, no en terreno, pero sí en importancia y en esplendor. Era el pulmón verde de un Ourense que iba dejando atrás su carácter rural para convertirse en urbe. La población lo convirtió en su centro de encuentro y disfrutó en este siglo de sus espacios.

A principios del siglo XX, aunque los paseos tradicionales se seguían celebrando en el Jardín del Posío y la Alameda, la juventud del momento empezaba a elegir el nuevo Parque de San Lázaro como lugar preferido para pasear. Pero en ese repaso por su memoria, al Posío aún le quedan importantes añoranzas que revivir. Sigue la estela del sombrero que, a finales del XIX y hasta mediados del XX, mientras se sucedían las veladas musicales y los bailes benéficos organizadas en su recinto, buscaba el cobijo de la zona superior, El Bosque, para inocentes encuentros amorosos, amparados por la oscuridad.

Aunque es imposible que mantenga vivos los nombres de todas las personas que transitaron por él, sí guarda en su interior la memoria de hombres destacados de la intelectualidad ourensana. No olvida cómo el 1 de junio de 1918, una importante comitiva traspasaba sus puertas para descubrir el busto de Valentín Lamas Carvajal.

Monumeto a Valentín Lamas Carvajal

Monumento a Valentín Lamas Carvajal

“Salió de la Casa Consistorial después de las cinco de la tarde, encaminándose a los Jardines de Posío. Al frente de la comitiva marchaba la banda municipal de música, siguiendo “Os Marquiños” con su estandarte y el orfeón “Unión Orensana”. En torno al elegante y sencillo monumento que ha de perpetuar la memoria del esclarecido bardo orensano, se situaron las expresadas comisiones y un público numerosísimo. La inspiradísima poetisa Filomena Dato Muruais, que ya se encontraba en el Jardín, fue la encargada (nadie tan indicado como ella) de descubrir el busto de Lamas Carvajal, que aparecía envuelto en la bandera gallega. En el momento de descorrerse ésta, el Unión Orensana cantó con gran sentimiento, y acompañado por las bandas municipal y de Ribadavia, el majestuoso Himno Gallego. Fue entonces también cuando los regionalistas depositaron su corona al pie del monumento y dos bellas señoritas, vestidas de gallegas, arrojaban gran cantidad de flores”. (La Región. 1 de junio de 1918). Años más tarde, en 1949, y por suscripción popular, Antón Faílde, tras ganar el concurso, realizó una parte escultórica compuesta de dos figuras, en granito, situadas a ambos lados del busto de Lamas.

Posteriormente, en 1956, se trasladó, desde el Parque de San Lázaro al Posío, el monumento a Javier Prado “Lameiro”.

Monumento a Prado Lameiro en el Jardín del Posío

Monumento a Prado Lameiro en el Jardín del Posío

El Jardín mira, en estos años de decadencia, hacia la mitad del siglo XX cuando a su naturaleza romántica se unió la poesía. Su nombre fue durante los años cuarenta y cincuenta el referente de los ourensanos preocupados por los temas culturales. Fue lugar de encuentro de intelectuales, y en 1945 se fundó una revista con su nombre, dirigida por José Luis Varela, apadrinada por Vicente Risco y que se dejó de editar al año siguiente. En 1951 y hasta el 54 se fundó otra con el mismo título, promovida por los jóvenes intelectuales de la época del “Grupo Azor”, cuya portada era la fuente del Posío, dibujada por Risco.

Portada de la revista con el nombre del jardín ourensano del Posío.

Portada de la revista con el nombre del jardín ourensano del Posío

“Era el jardín donde crecían los poemas”, señala la periodista Maribel Outeiriño en este periódico en 1989. No hay duda. En 1955, el premio de poesía Galicia fue para el abogado ourensano Samuel Gómez con la obra “Posío”, llena de alabanzas románticas y cotidianas de este espacio. El mismo año en el que fue sustituido el kiosco octogonal acristalado que servía antiguamente como invernadero por una pajarera para pavos reales.

Bebedero para los pájaros en el Jardín del Posío

Bebedero para los pájaros en el Jardín del Posío

El centro del Jardín, siempre de tierra, era el lugar donde se celebraban fiestas y verbenas, como la de la Prensa. Y entre 1965 y 1967 fue el escenario del Festival Hispano Portugués de la Canción del Miño.

Chon Romero, la reina Marisa Romero y Maribel Arbones.

Chon Romero, la reina Marisa Romero y Maribel Arbones

En la década de los 70, el Posío, aunque ya no sabe cuándo perdió de vista aquel sombrero estrenado en el XIX, está seguro de que son sus descendientes los que en 1970 lo invadieron para escuchar a Julio Iglesias o los que, en años sucesivos, saltaban sus verjas para acceder a los bailes dominicales por los que había que pagar una entrada.

Concierto de Julio Iglesias en el Posío, en 1970.

Concierto de Julio Iglesias en el Posío, en 1970

Las comisiones de fiestas utilizaban sus terrenos para la celebración de todo tipo de espectáculos festivos o teatrales y también deportivos. Ser un recinto cerrado, espacioso y con un paseo central adecuado lo convertían en el espacio ideal. Aunque a las personas mayores que normalmente acudían al Jardín se les facilitaba la entrada. A partir de esa época, el Posío comenzó a perder poco a poco su esencia y la ciudad a correr el riesgo de perder el único pulmón verde que aún podía mantener.

En 1998 llegó su última reforma, que no satisfizo a la sociedad ourensana y que alejó al Jardín definitivamente de lo que fue y de lo que debería ser. El proyecto de Manuel Cabezas, sin consenso social, incorporó en la parte inferior un estanque para patos y cisnes en detrimento de la tradicional rosaleda; colocó en la zona central un nuevo pavimentado, con unas gradas en cemento. Respetó el tradicional palco de la música, pero en la zona del bosque situó dos zonas de juegos infantiles, eliminando para ello masa arbórea, esencia principal de un Jardín. El espacio verde quedó reducido. El Posío fue derrotado. Su personalidad quedó diluida y lo transformaron en un entorno poco acogedor y sin seña de identidad. En 2021, el paseo de las Palmeras desapareció por completo.

El Jardín del Posío tras su última reforma

El paseo de las palmeras en el Jardín del Posío

Poco a poco fue vaciado de su contenido y convertido en un contenedor de desidia, suciedad, abandono y ruinas. Pero aún mantiene la esperanza de que su película no haya llegado al final y de que, en un futuro próximo, se le devuelva el lugar que le corresponde, convertido de nuevo en ese jardín poético que fue y evitar que sea una añoranza del pasado, como aquel sombrero estrenado en 1856.

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