Un viaje que sana, con Monchi Sánchez

El café en Colombia se toma a sorbos pequeños para no olvidar que estamos en la cuna matria de este oro negro.

Y aunque a Colombia he venido a hablar de aguas mineromedicinales y las excelencias de los manantiales termales de Paipa y su departamento, Boyacá, no puedo pasar por alto el “tinto” (café solo) que se sirve en el desayuno, almuerzo y cuando uno guste.

Se puede tomar un tinto o un perico (con leche).

Y aunque no existe un café estrella , ya que en Huila, Quindío y Antioquía, Tolima y Nariño son reconocidas por su calidad, seguiré probando hasta el último día.

Antonio Martín, uno de los habituales de Termatalia y con muchos sellos en su pasaporte, me recomienda la marca Quindío, a precio razonable en las tiendas si se quiere llevar en la maleta de regreso.

Además, Quindío, es el eje cafetero por excelencia, según me cuenta Marisol González, una floristera de Paipa.

Pero no me iré sin probar un Juan Valdez, que he visto al aterrizar que hay una tienda en el aeropuerto El Dorado y en España hasta tenía anuncio allá por el siglo pasado.

Y aprovechando que en los stand del hotel Sochagota, donde se celebra el VI Congreso Internacional sobre Agua y Salud, está Luisa Iguavita, de 18 años e hija de los dueños de la empresa cafetera Tradición de los abuelos, me paro para saber un poco más.Tras probarlo, ya llevo un par de paquetes en el bolso.

Termina el día y una hoja más de mi cuaderno se adorna con una historia nueva.

El termalismo se centra en la utilización de aguas termales para la salud y el bienestar, mientras que el café es una bebida con cafeína conocida por sus efectos energizantes y aromáticos. Sin embargo, ambos pueden tener un componente de bienestar: el café puede estimular la mente y el cuerpo y crear un ambiente relajante a través de su aroma, mientras que el termalismo utiliza las propiedades del agua y las terapias asociadas para mejorar la salud.

Una combinación interesante.