El fuego deja en Valdeorras una cicatriz imborrable
Miguel Cao
El incendio de Valdeorras, en cifras
Hectáreas calcinadas
Más de 30.000
Concellos afectados
Larouco, O Barco de Valdeorras, O Bolo, Carballeda de Valdeorras, A Rúa, Petín, Rubiá, A Veiga, Vilamartín de Valdeorras y Quiroga
Días activo
Diez (desde el miércoles 13 de agosto hasta el sábado 23)
Efectivos movilizados
54 técnicos, 245 agentes, 319 brigadas, 254 motobombas, 12 palas, 6 unidades técnicas de apoyo, 15 helicópteros, 15 aviones y la UME
La comarca de Valdeorras todavía sufre las secuelas del mayor incendio de la historia de Galicia, que arrasó más de 30.000 hectáreas y dejó un paisaje desolador y más de un centenar de viviendas arrasadas
La aldea de San Vicente (Vilamartín) es el fiel reflejo de la magnitud del daño que ha causado el fuego en la comarca de Valdeorras. Este lugar ha sido el más castigado por los incendios de toda Galicia: 120 de las 150 casas del pueblo quedaron destruidas -el 80%-, 90 inmuebles que no están destinados a vivienda -bodegas, alpendres o pajares- fueron reducidos a cenizas y el suelo presenta un paisaje lunar tras quedar arrasada la vegetación.
Una simple mirada desde el aire revela la cruda perspectiva de la tragedia: los terrenos que lucían verdes están cubiertos por un manto negro y ahora, entre las cenizas, comienza el largo y silencioso renacer de una comarca que luchó contra las llamas para mantenerse viva.
Valdeorras está digiriendo la dura resaca de un fuego del que tardará años en recuperarse. Las llamas calcinaron más de 30.000 hectáreas, protagonizando el mayor incendio de toda la historia de Galicia desde que hay registros e incluso pudo ser mayor el desastre, ya que, según los vecinos, las viñas fueron fundamentales al funcionar de cortafuegos.
La pesadilla comenzó la tarde del miércoles 13 de agosto tras iniciarse un fuego entre Seadur y Larouco. Lucas Presedo, vecino de Seadur, explica que el incendio se originó sobre las 19,00 horas y al principio era “pequeño”. “El jueves por la mañana parecía que estaba controlada la situación, pero cuando llegó el calor por la tarde creció y cruzó hacia Petín”, explica.
El viernes por la mañana otra vez el fuego parecía bajo control en Seadur, pero llegó el mejor aliado de las llamas: el viento. En ese momento el incendio se desbocó. “Aparecía por todos lados y estábamos los del pueblo, pero no das hecho”, recuerda José García, otro de los vecinos de la aldea.
“Se quedó muy cerca, Seadur libró por las viñas, que hacen de cortafuegos, pero las casas pegadas al monte ardieron”, señala Presedo, quien confiesa que lo vivieron con mucha angustia. ”Veíamos bajar el fuego por la montaña y metía miedo”, asegura. Finalmente, el incendio acabó calcinando cuatro viviendas en Seadur.
Una vez el fuego se desbocó, se extendió rápidamente por toda la comarca y acabó afectando al propio concello de Larouco y los de O Barco de Valdeorras, O Bolo, Carballeda de Valdeorras, A Rúa, Petín, Rubiá, A Veiga, Vilamartín de Valdeorras y Quiroga (Lugo). Además, el fuego traspasó la frontera gallega y afectó a municipios de El Bierzo (León), como Oencia.
La lucha de los vecinos
García señala que los medios tardaron “mucho en aparecer”, una opinión que comparten en la zona. De hecho, muchos vecinos, ante la ausencia de ayuda externa, se lanzaron a las calles con tractores, mangueras o cubos de agua para intentar que las llamas no devorasen las aldeas.
Uno de ellos fue Ahmed, vecino de Cernego (Vilamartín), quien el 16 de agosto subió a pie desde la gasolinera en la que trabaja hasta la aldea en la que vive para sofocar las llamas. No tenía apenas medios, por lo que utilizó cubos de agua, con los que intentó mantener a raya las llamas hasta la llegada de una motobomba. “Si no estuviera aquí, el pueblo hubiera ardido”, confiesa.
Precisamente a este pueblo llegó a las cuatro de la mañana Jesús -nombre ficticio porque prefiere no revelar su identidad- junto a su cuñado. “Cando chegamos estaba ardendo parte dos inmobles, polo que marchamos pola motobomba do Concello e apagamos o lume porque se non houbese pasado como en San Vicente”, explica. Jesús lo vivió con mucha tensión porque cuando estaba sofocando las llamas se desplomó una casa. Además, no había luz ni agua y se encontraban sin cobertura.
Esta complicada situación no lo asustó y durante las siguientes horas continuó ayudando a extinguir fuegos. “Fun todo o fin de semana cun tractor que teño e cunha cisterna das do purín, de 4.000 litros, a salvar pobos”, cuenta.
La ayuda de voluntarios llegó desde distintas partes de España. Ezequiel González, militar de Valdeorras, estaba de vacaciones con sus amigos, pero cuando vio la crítica situación en su comarca no dudó ni un segundo en recorrer los 991 kilómetros que separan Malgrat de Mar (Cataluña) y O Barco. En su caso tampoco contaba apenas con recursos, pero junto con otros voluntarios logró extinguir un foco con un batelume.
El incendio, ya controlado
El pasado sábado, diez días después de que comenzase a arder en el camino que une Seadur y Larouco, el incendio se dio por estabilizado y desde este miércoles se encuentra controlado. En las labores de extinción, además de numerosos vecinos, participaron 54 técnicos, 245 agentes, 319 brigadas, 254 motobombas, 12 palas, 6 unidades técnicas de apoyo, 15 helicópteros, 15 aviones y efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME).
Más de dos semanas después el susto todavía sigue instalado en el cuerpo de los vecinos de Seadur, el punto cero de este fuego, y ahora llega el tiempo de la recuperación y la reflexión. En este sentido, García considera que la única solución ante estos fuegos es que los Bulldozer hagan en primavera caminos muy anchos para cortar la progresión de las llamas. En el caso de Jesús, cree que las administraciones tienen que estar más atentas a que se cumplan la ley. “Os montes arden igual, pero os pobos non”, explica.
Por el momento, todos los municipios ourensanos afectados en este incendio han sido declarados por el Gobierno de España zonas afectadas por una emergencia (la conocida antes como zona catastrófica), una calificación que sirve para agilizar la respuesta mediante ayudas directas y exenciones fiscales.
Este es uno de los primeros pasos en el largo camino hacia la recuperación que ya ha empezado a recorrer Valdeorras. Lo hace con una cicatriz que tendrá marcada mucho tiempo en color negro. Ahora, gran parte del verde que vestía las montañas que envuelven la comarca se han teñido de luto, aunque los vecinos están convencidos de que Valdeorras lo recuperará.
“La virgen se quemó para salvarnos”
Las llamas llegaron a la aldea de Fervenza (O Barco) y arrasaron la iglesia, un símbolo de unión de todos los vecinos, quienes ahora buscan la fórmula para reconstruirla.
Manola Rodríguez aún recuerda con mucha angustia el incendió que llegó hasta su casa, en la aldea de Fervenza (O Barco). “Ardía el pueblo por la parte de arriba y cuando las mujeres estábamos apagando las llamas, de repente, tuve un presentimiento, por lo que vine corriendo a mi casa y al llegar ya estaban prendiendo los laureles del cementerio (a escasos metros de su hogar), acto seguido vino una bola de fuego y llegó hasta mi tejado”, rememora esta vecina sobre lo ocurrido el 17 de agosto.
En las horas previas, guiados por un efectivo de Protección Civil, realizaron labores de prevención que consistieron en regar cada 20 minutos las distintas zonas del pueblo. “Teníamos la aldea mojada, pero cuando llegó el fuego nos ardieron las mangueras”, explica. Las llamas devoraron la iglesia y rápidamente saltaron a la casa de Manola Rodríguez. Ella comenzó a pedir auxilio y rápidamente llegó un vehículo de Protección Civil, cuyos efectivos se pusieron manos a la obra y lograron salvar su hogar. Apenas afectó al tejado, el cual ya está arreglado.
Sin embargo, Manola no pudo ver cómo salvaban su casa, ya que tuvo que ser trasladada a un centro hospitalario al sufrir un ataque de ansiedad. “Mi marido murió hace nueve meses y él quería mucho la casa, entonces se me juntó todo”, explica. Ella incluso intentó entrar a su hogar para rescatar algún recuerdo de él, pero un policía local la sacó para evitar que resultase herida, ya que la vivienda estaba llena de humo. “Yo pensé que mi casa había ardido y cuando llegué aquí y vi que solo era el tejado… Gracias a Dios no me ardió nada”, confiesa.
Reconstrucción de la iglesia
Sin embargo, los efectivos nada pudieron hacer por el templo religioso, al que las llamas dejaron prácticamente en ruinas y destruyeron los santos y las vírgenes. “Aquí decimos que la Virgen de los Dolores se quemó para salvarnos porque no había casi nadie cuando ardió y a partir de ahí comenzó a llegar la gente”, asegura Manola Rodríguez.
Ahora, una de las prioridades de los vecinos es recuperar su iglesia, todo un símbolo en el pueblo y que está llena de escombros. De hecho, les están llegando mensajes de distintas partes de España ofreciéndoles ayuda. “En esta virgen la gente tiene mucha fe”, asegura.
La superficie quemada en 21 días iguala la de los últimos nueve años
El incendio de Valdeorras es el mayor de la historia de Galicia, con más de 30.000 hectáreas arrasadas, 10 concellos afectados y 10 días activo.
Así es la honda cicatriz que deja el fuego tras cruzar la comarca de Valdeorras