Cayetana Cabezas, la vida entre sueños
Entrevista
“Hay infelicidades que uno, si puede evitarlas, no se debe permitir”. Bajo esa máxima decidió Cayetana Cabezas dejar que sus sueños comenzasen a guiar su vida y llevarla a donde siempre había debido estar, sobre un escenario o en un set de rodaje. Fue en Inglaterra donde descubrió el teatro, que la ayudó a adaptarse a un nuevo mundo. Tanto la ayudó, que, sin ella saberlo, la actuación nunca más la abandonaría. Fue alcanzada la treintena cuando decidió dejarse llevar.
Nombre: Cayetana Cabezas Arroyo
Lugar de nacimiento: Madrid, 1979
Profesión: Actriz y escritora
Hoy, más de una década después de haber cambiado el rumbo de su vida, su rostro es un conocido de la pequeña pantalla. Series como “Servir y proteger”, “El secreto de Puente Viejo” o “Brigada Costa del Sol” son un buen ejemplo de cómo los sueños de Cayetana estaban ahí esperándola. A pesar de una primera formación entre planos de arquitectura, lo suyo es el arte. Hoy, además de actuar, escribe y realiza adaptaciones teatrales. Y todo siempre con sus raíces ourensanas como base.
Aunque te conocemos como actriz, tu formación es de arquitecta. Cuéntanos tu historia...
Descubro el teatro estando interna en Inglaterra. Allí se toman muy en serio la formación artística de los niños y las clases de “drama”, como se llamaba la asignatura, eran obligatorias. Obligatorias y maravillosas. Ahí descubro una vía de expresión que, dado que yo no hablaba todavía bien inglés, me salva. Desde entonces procuro vincularme a los grupos de teatro en los que tengo cabida: colegio, universidad, colegio mayor… Y no veo el teatro como una forma de ganarme la vida, pero cierto es que no puedo vivir sin él. Así que, estudio arquitectura convencida de que será mi profesión, pero a medida que se acerca el momento de salir al mundo laboral, descubro que quizás está más alejada del arte de lo que yo imaginaba y más vinculada a decisiones económicas, burocráticas... Vamos, el mundo real. Mi desilusión se confirma cuando empiezo a trabajar y monto mi propio estudio. Ahí el teatro se me confirma como camino. No era feliz dedicándome a la arquitectura. Y creo que hay infelicidades que uno, si puede evitarlas, no se debe permitir.
¿Cómo fue ese cambio?
Ya estaba estudiando en el Estudio Corazza para el Actor, donde me formé durante cinco años, cuando una tía muy querida para mí, enferma. Hablando con ella en el hospital se ordenaron mis prioridades. Fue cuando ella falleció que empecé a tomar decisiones vitales. Cerré el estudio de arquitectura y con él solté todo lo que dificultaba mi avance hacia el tipo de vida que quería tener.
A partir de ahí, te formaste en teatro y televisión, sobre todo. ¿Cuál es mejor escuela?
Paralelamente a mis años de formación voy “entrenándome” en lo que me va surgiendo. Desde proyectos de teatro como “La enfermedad de la juventud”, que ensayé, estrené y giré con actores formados en la RESAD, hasta decenas de cortos, varias series web… Fueron el calentamiento de lo que veía que podía suponer dedicarme a esto. Y me gustó. Cuando termino la formación, monto con compañeros de Corazza ¨La cantante Calva” y estrenamos en un pequeño teatro en Moncloa pero continuamos haciendo funciones durante varios años. Hay un primer punto de inflexión con ese montaje. El teatro supone un “momento a momento” y una concentración extremas. Es adrenalina pura. Todo lo que he interpretado sobre las tablas, desde Lorca a un monólogo de stand up escrito por mí, me han puesto en contacto con mi fortaleza y mi fragilidad simultáneamente y me han pulido las herramientas para lo que esté por venir. La televisión es un medio que requiere también fondo. Especialmente las series diarias, en las que el ritmo es frenético y apenas hay tiempo de ahondar en el oficio. Creo que la mejor escuela es no dar por sentado que ya sabes todo lo que hay que saber. En ninguna disciplina. Es importante para mí estar despierta, seguir en proceso de aprendizaje, sea en el medio que sea.
“Servir y proteger” o “Brigada Costa del Sol” son algunos de los títulos en los que has participado. ¿Qué va quedando en ti de cada personaje?
Un personaje se construye con los otros. Y cuando tienes la suerte de trabajar con compañeros de la talla de Jorge Usón, Carolina Yuste o compañeros del equipo artístico y técnico de los que si te digo el nombre (Natacha Fernández Gallardo, Marco Castillo, Mónica Valiente…) no sabrás quienes son, porque están detrás de las cámaras, no puedes obviar que si el personaje ha brillado o ha despertado interés, es gracias a un trabajo de comunidad, de clan, de familia. De mis personajes siempre me quedan las personas que me ayudan a construirlos.
Sueles interpretar a mujeres fuertes. ¿Qué es lo mejor de convertirse en otra persona delante de la cámara?
Bueno, creo que las mujeres son fuertes. Todas. La fortaleza tiene muchas caras. Es cierto que a mí me dan personajes de mujeres que, además de ser fuertes, lo parecen. Lo mejor de interpretar personajes tan contundentes es poder “liarla” como no puedo “liarla” en la vida. Casi siempre interpreto papeles de villana. Es maravilloso tener la ficción para desatar las fantasías y la realidad para vivir en paz. Matizo que, normalmente, lo más interesante de interpretar fortaleza suele ser jugar con tener la otra cara de la moneda, la fragilidad, la duda, el miedo, lo que no se muestra… Cuantos más colores atraviesa un personaje, más registros tengo que explorar yo como actriz y mejor me lo paso. ¡Que yo he venido a jugar!
También escribes y realizas adaptaciones. ¿Cómo es tu creación literaria y de qué forma influye tu trabajo como actriz?
Ahora mismo escribir es fundamental para mí. Tocar el mayor número de disciplinas que abarca esta profesión da una visión cenital de ella. Y a vista de pájaro es como mejor se ve lo que sobra, lo que falta, lo que se necesita. Ponerse en los zapatos del otro siempre suma. Y en mi caso, está multiplicando, porque gracias a la escritura puedo generar trabajo, para mí y para otros compañeros, como fue el caso de la adaptación de “La voz dormida” al teatro, por ejemplo, montaje que Laura Toledo está interpretando maravillosamente y llevando por todo el mundo desde hace ya cinco años. Los renacentistas lo entendieron muy bien. El arte se alimenta de todas sus disciplinas, de la observación, de la vida. Por eso es importante visitar museos, exposiciones, leer, escribir, ver el trabajo de otros compañeros… Y vivir. Vivir es fundamental. Si no, nos quedamos cojos, mirándonos el ombligo, y el ombligo de uno se termina en seguida.
¿De qué forma va Ourense contigo en todo esto?
Ourense fue mi casa durante 17 años. Mis sueños de niña que quería ser “reinaprincesacantantemodeloyactriz”, así, todo junto, mi primer amor, que me enseñó la importancia de que exista otro, mi primer escenario, en el que descubrí cómo me gustaba ponerme frente a un público a contar algo, mi colegio querido, el Guillelme Brown, que fue donde empecé a vislumbrar qué podíamos hacer los seres humanos con la libertad, tan importante a la hora de tomar decisiones como cambiar de rumbo a los 30 años con todo, a priori, en contra… Ourense son mis raíces. Y las raíces lo sostienen todo.
¿Hacia dónde mira el futuro de Cayetana?
Hacia hoy. Después de estos casi dos años, en los que hemos visto cómo se podía ir todo al garete en un segundo, estoy en el proceso de discernir lo importante de lo que no lo es. Hoy tengo a mi familia cerca y sana y cuento con la fortuna de haber elegido una profesión que, aunque inestable, es la que amo. No tanta gente puede decir eso. Es una fortuna dedicarse a lo que uno ama. Ahora, por soñar, que no quede. Quiero cine, televisión, teatro, seguir escribiendo, publicar... Por mirar no cobra nadie, así que si de mirar al futuro se trata: Todo, lo quiero todo.
1. Un escritor/a
¿Uno solo? Stephan Zweig y Elisabeth Hardwick, que estoy descubriendo aún y me tiene enganchada.
2. Un libro de cabecera
“Vida y obra”. La biografía de Susan Sontag por Benjamin Moser.
3. Una banda sonora
No soy muy de bandas sonoras, pero lo que más escuchan mis paredes quizás sean divas del blues.
4. Un director/a
Venga, otros dos. León de Aranoa y la Coixet.
5. Una película
Jaja! Odio esta pregunta. Me niego a elegir una.
6. Una serie
“Secretos de un matrimonio”, de las últimas que he visto y me parece magistral.
7. Un recuerdo de su niñez
Los ramos de mimosas que recogía con mi padre cuando paraba porque yo me mareaba muchísimo en el coche y el pobre ya no sabía cómo conseguir que se me hiciera más corto. Se los llevaba a mi madre hechos auténticos gurruños de lo mucho que apretaba mi botín.
8. Al mirar al espejo ve...
Eso trato, de ver, de verme. En el sentido menos literal.
9. Brindaría por...
La calma de no querer cambiar ni una coma del pasado.
10. Un viaje pendiente
Todos. Como dijo la Sontag, “no he estado en todas partes pero están en mi lista”.
12. Un lugar para perderse
La lectura, unas buenas ostras con champán, alta mar. Por separado o los tres.
13. Un vicio confesable
Las tormentas.
14. Pierde la calma con...
La mentira.
15. Recobra la calma con...
Quizás algún vicio no tan confesable.
16. Un sueño
La reencarnación. Me encanta esto de vivir. Quiero más.
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