Opinión

Una oportunidad

En los alrededores del sorteo de la Lotería Nacional de Navidad, siempre se mencionan las historias de esas localidades en las que cayó el Gordo, y en la que la mayoría de los agraciados gastaron el dinero casi con la misma rapidez que lo consiguieron, y cómo algunos lo dilapidaron y acabaron más pobres que antes de que les tocara el primer premio, porque gastaron sin tino, o porque realizaron inversiones ruinosas mal aconsejados, hasta el punto de que dan ganas de que no te toque para soslayar todos esos riesgos que van más allá de tapar los agujeros, de comprar un techo donde caerse muertos y de dedicar una parte a la caridad familiar. Aun así, lo importante es conceder a la gente la oportunidad de que se equivoque, que se dé el gustazo de derrochar, de vivir como un nuevo rico hortera, de mandar al jefe lejos, aunque luego haya que volver con las orejas gachas como el hijo pródigo, que el Gordo solo toca una vez, salvo que se tenga la suerte de esos políticos a los que les visitó varios años seguidos.

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