El botellón se dispersa a lo largo de una veintena de puntos de Ourense

Los cuerpos de seguridad se ven obligados a extender cada vez más su dispositivo de control del botellón en la ciudad, ya que los juerguistas se dispersan hacia puntos alejados del casco histórico para evitar sanciones. En el intento de pararles, colaboran agentes de Policía Local, Nacional y Autonómica, e incluso los camiones de la limpieza, que, a horas intempestivas, ayudan a vaciar las calles mediante cañones de agua.

El dispositivo de control del botellón ya se extiende, como mínimo, al corazón del casco histórico, la Plaza de las Mercedes, San Francisco, el Auditorio, la zona de las Burgas, la Alameda, el Parque Barbaña y la Praza de San Antonio, por lo que los focos de botellón se dirigen ya hacia el entorno periurbano, zonas hasta las que, a menudo, los jóvenes participantes llegan y marchan en coche, con el riesgo que conlleva.

En Ourense, la tendencia es contraria a la predominante en otras ciudades como Santiago de Compostela, donde los botellones se concentran en puntos concretos. Allí, anteayer se formó uno de alrededor de 2.000 personas en el entorno de la discoteca Ruta, y se descontroló la situación, con un episodio de violencia en el que jóvenes y policía manejan visiones contrapuestas.

La Xunta insta a precintar las zonas de botellón más recurrentes, pero esta medida no asegura el control, y, de hecho, agentes de la Policía Local de Ourense reconocieron este verano que encontraban dificultades para emplear este método sobre grandes áreas debido a la falta de cintas en la Jefatura.

Y este fenómeno afecta a la sociedad ourensana, habiéndose registrado incluso mudanzas debido al botellón, por lo que el sector del ocio nocturno reclama abrir hasta más tarde para contener los fenómenos de ingesta de alcohol en la vía pública.

El bum de botellón tras el Estado de alarma se inició en As Mercedes o la plaza de San Antonio, donde se llegó a dispersar a más de 2.000 jóvenes en marzo, pero ahora predominan los “minibotellones”, con pocas decenas de bebedores, pero que dejan a su paso un cúmulo de residuos.

El mapa del botellón en Ourense:

Difícil control

Roberto González, portavoz del SUP, explica que “notamos un aumento de los botellones tras la vuelta a la normalidad”. No obstante, valora “la gran cooperación” entre los diferentes cuerpos de policía, y refleja que las actuaciones consiguieron alejar la fiesta de las zonas más críticas (con mayor cantidad de quejas vecinales), por lo que “el problema de ruido y convivencia ya no es tan grande, pero no se logró el objetivo de erradicarlos del todo, instalándose el botellón en zonas más difíciles de controlar, como son el Parque Miño o los márgenes de los ríos”, matiza.

Juan Carlos Solveira, jefe del servicio de limpieza, concuerda en que “ahora hay más descontrol”, y lamenta que “en las zonas donde hubo botellón, se tarda el triple en limpiar. Lo que se haría en media hora, tardas hora y media”. Por tanto, piden más concienciación. “Los contenedores apenas se emplean, salvo si están presentes las autoridades, como cuando estaba acotada la Alameda para botellón”, recuerda. “Mientras no existan normas claras, seguirán escapando de la Policía hacia fuera del centro, y buscando alternativas como urbanizaciones, por ejemplo la de San Antonio, o los campos de fiesta”, lamenta Solveira. Los fines de semana, se ven obligados a enviar una brigada extra de media docena de personas para que las calles amanezcan limpias.

El concelleiro de Seguridad, Telmo Ucha, valora el descenso en las denuncias: “Se pasó de más de 30 por noche, algunas de miles de euros, a solo tres o cuatro”, y valora un “excelente comportamiento en general”, salvando, eso sí, “las excepciones, que siempre se van a dar”.

No obstante, añade que “redoblaremos esfuerzos para que esto siga mejorando, conscientes de que la hostelería necesita trabajar y los vecinos descansar”, y sostiene que ya cuentan con ocho patrullas operativas de Policía Local. Por lo tanto, considera que “ya somos una ciudad referente en contener y controlar el fenómeno del botellón”. Ucha concluye que “ocio y descanso son compatibles”.

Por su parte, Benito Bouzada, colaborador de la Federación Estatal de Técnicos de Educación Vial, muestra su preocupación ante el cambio de tendencia: “Que el botellón se traslade a zonas periféricas supone un gran riesgo. En buena medida, hablamos de conductores jóvenes e inexpertos, lo cual, mezclado con sustancias etílicas, puede ser fatal. Las autoridades deben actuar”, reclama. También pide más concienciación, cuando esta semana comenzaron las actividades de educación vial para niños de Infantil y Primaria en la ciudad.

Por último, desde el colectivo ecologista Amigas das Árbores, alertan de como el botellón afecta a las zonas verdes y piden también una mayor concienciación. Preocupa especialmente la afectación a los ríos y espacios termales como el de A Chavasqueira, cuando “camiñas pola beira do Miño e atopas botellas de whiski”.

Resto de la provincia

La situación se repite en otros puntos de la provincia, como O Barco. No obstante, numerosos barquenses se dirigen cada fin de semana hacia la capital del Bierzo, Ponferrada. De hecho, está siendo investigado un valdeorrés de 23 años por, supuestamente, organizar un macrobotellón de 700 personas en un embalse de Ponferrada a mediados de agosto. La multa podría superar el medio millón de euros.

En Xinzo, el consumo de alcohol continúa tras el cierre de los establecimientos en la praza de Oriente; en Verín, en el aparcamiento de A Preguiza; en Celanova, en la praza do Galo, y así a lo largo de toda la provincia, sin llegar en ningún caso a los niveles de la ciudad. No obstante, hay esperanza, con ejemplos como el de los niños del CRA Amencer (Ribadavia), que en abril se dedicaron a limpiar su patio de restos de botellón, concienciándose contra estas prácticas.