Un Ourense miope y plomizo

El derbi de Barreiro empezó trepidante y el Celta B ganó la batalla en el centro del campo

Con miopía y plomizo. El Ourense falló claras ocasiones de gol al principio, se vio desbordado en la última media hora de la primera mitad por un Celta B que jugaba con una marcha más y no encontró la manija durante todo el partido en el centro del campo. Michu, con un soberbio cabezazo, marcó el único gol del partido en Barreiro.

Ricardo Seguín

Publicado: 11 feb 2008 - 11:19 Actualizado: 10 feb 2014 - 23:37

El campo de Barreiro sigue siendo un fortín para el Celta B. No lo parecía tanto en los primeros compases del derbi, pues el Ourense se plantó con claridad en dos llegadas diáfanas que sólo se desperdician debido a que la miopía hace estragos.

Todo empezó trepidante, de costa a costa. Anxo y Jaime dispusieron de dos balones claros para marcar, pero también Michu empezó a firmar su particular mañana gloriosa encon trándose con el felino Taranilla y con el limbo, aunque parece ser que éste ya no existe.

A partir del minuto 20, el filial celeste dibujó un soliloquio. Merced a la superioridad creada en el centro del campo, empezó a meter regueros de fútbol por los carriles, con un Dani Abalo, bestia negra de los ourensanos, estilete por la derecha, y con Iago Aspas que se caía a la zurda para crear espacios. En uno de sus centros, minuto 42, Michu, espectacular, clavó el balón en las redes. Era el premio a su mejor fútbol frente a un Ourense plomizo. Los de Tomé tenían que correr detrás del balón y en esa faceta son hombres muertos.

Más nivelada estuvo la segunda mitad. El Celta B ya no imponía su ritmo endemoniado, el Ourense se asentó mejor en la medular, y aunque eran más académicos los de Alejandro Menéndez, los de Tomé fueron encontrando más espacios debido a que Anxo abandonó la posición de delantero centro, en la que se ubicó Osvaldo, recibió más atrás y sembró el desconcierto.

Aspas era ahora el peligro por los celestes, pero el Ourense dominaba territorialmente. Los vigueses querían guardar el gol de Michu y ya no movieron los cuatro defensores de su parcela.

Pudo haber igualado Anxo en un balón en la boca de gol. Era un querer y no poder, porque en el cómputo general, el Celta B puso más argumentos para poder llevarse el partido. Una quinta o sexta marcha más.

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