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La mayoría de los bancales que convierten en cultivables las escarpadas pendientes de los cañones del Sil, del Bibei y del Miño fueron construidos piedra a piedra hace más de quinientos años. Con ellos se gestó una viticultura que hoy parecería imposible. Cuando en la mayoría de las denominaciones de origen se plantean la mecanización como alternativa a la falta de trabajadores en el campo, ver el trabajo manual en el cuidado del viñedo y su posterior vendimia en condiciones de extrema dificultad parece un anacronismo. Sin embargo, cada año ese esfuerzo sobrehumano que representa ese cultivo de la vid cobra más valor, su aprecio ha sido acuñado con un término: la viticultura heroica.
El concepto de viticultura heroica nació en Italia. Fue acuñado por el ingeniero agrónomo y ampelógrafo italiano Giovanni Dalmasso (1886-1976) en la década de 1950 para referirse a la viticultura del valle de Valtellina, entre los Alpes Réticos y Orobios, donde las terrazas se cuelgan literalmente de laderas con hasta un 70% de pendiente. Dalmasso se refería así a la viticultura de montaña, que desde 1987 tiene un organismo internacional que reúne todos los territorios donde se practica: el CERVIM (Centro de investigación, estudios, salvaguardia, coordinación y valorización de la viticultura de montaña).
Emplazado en el Valle de Aosta, el CERVIM organiza cada año el Concurso Mundial de Vinos Extremos. La Ribeira Sacra fue la primera denominación de origen española que participó, obteniendo notables resultados y un creciente número de vinos con máximos galardones. La Ribeira Sacra y la Diputación de Lugo forman parte del CERVIM, contribuyendo a sus trabajos de investigación y valorización de la viticultura de montaña.
Para ser calificada como viticultura heroica, el CERVIM establece criterios: pendiente superior al 30%, altitud sobre 500 metros, cultivo en terrazas o escalones, viticultura en islas pequeñas.
La Ribeira Sacra cumple todos los requisitos (excepto el insular) y se convirtió en el paradigma de la viticultura heroica en España, por su historia y por la proyección de sus vinos, gracias a su desempeño en concursos nacionales e internacionales. Es la región de la España peninsular con más parcelas y viticultores bajo los criterios de viticultura heroica, repartidos por las orillas de los ríos Miño, Sil, Cabe y Bibei, este último extendiéndose a la DO Valdeorras.
Otras zonas de viticultura heroica en España incluyen Asturias (DO Cangas), Cataluña (Empordá y Priorat) y el archipiélago canario, con condiciones volcánicas y desafíos hídricos. En el Mundial de Vinos Extremos, los vinos canarios obtuvieron 39 grandes oros de 79, superando a Italia, el país anfitrión.
Fuera de España, Italia, Francia, Suiza, Austria, Alemania, Portugal, Grecia, Albania, Georgia y Armenia cuentan con regiones de viticultura heroica, muchas en altitudes extremas y terrenos poco fértiles, centradas en variedades autóctonas adaptadas a condiciones hostiles.
En América, los Andes poseen viñedos a gran altitud, como en Salta y Jujuy (Argentina), y el Tibet, con Cai Na Xiang a 3.563 metros, reflejando cómo los viñedos en altura contribuyen a enfrentar el cambio climático, produciendo vinos más frescos y ácidos.
Más allá de la altitud, la viticultura heroica comparte un rasgo común: el viticultor heroico preserva paisajes únicos, enfrenta los efectos extremos del clima (fuego, riadas y derrumbes) y ha convertido un método ancestral de cultivo en un elemento cultural de gran atractivo turístico.
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