El Pazo tenía hambre de COB (82-69)

Regresó el baloncesto profesional al Pazo. Fuera por el trabajo de la directiva, por una tarde otoñal o por las ganas de un público necesitado de acción tras casi cinco meses de abstinencia, el primer partido en casa como local del COB, contra el recién ascendido Palmer de Mallorca, congregó cerca de 4.000 espectadores y un magnífico ambiente en el recinto.

Toda una declaración de intenciones de lo que se avecina si el equipo comienza bien la temporada. Toda una responsabilidad para el nuevo presidente, Diego González Regueira, quien se confesaba nervioso en su puesta de largo.

Un escenario que solo merecía una victoria, para confirmar a los curiosos o desubicados. El equipo de Moncho López cumplió el objetivo, adelantándose en el marcador tras dos primeros minutos titubeantes, dominando y manteniendo la ventaja hasta el final.

Sí, falta mucho por mejorar. Todavía es pronto para incluir la marcha Radetzky en el repertorio musical del Pazo. El COB no puede calificarse como orquesta en este momento. Faltan varios instrumentos por afinar y no todos asimilan la partitura.

Parecen claros los acordes generales. La defensa y el ritmo rápido de juego en ataque, con especial énfasis al rebote ofensivo, son ya señas de identidad. A ellas se aferró el COB para dominar el partido. Pese al 9 de 24 en tiros de la primera parte, la multitud de oportunidades para lanzar tras ganar el rebote y solo dos pérdidas de balón en juego, permitieron a los locales disfrutar de hasta 19 puntos de diferencia, 34-15 en el minuto 16.

En resumen, el COB falló mucho, lejos y cerca del aro, pero tiró tantas veces que logró los puntos por testarudo, secando al Palmer por momentos, con una defensa ágil e intensa. En el minuto 13, Moncho López ya había utilizado a los 12 jugadores, con múltiples quintetos y combinaciones.

Como se observó durante la pretemporada, el equipo tiene margen de mejora. También es necesario que lo haga por su supervivencia. Algunos jugadores todavía no parecen alcanzar el pico de forma, a Lisboa -llamado a ser el líder diferencial- parece faltarle la puntería, mientras McDonnell y Martín Iglesias acusaban lesiones y percances físicos.

Esto se reflejó en la falta de regularidad en el ritmo de juego. Por momentos, de fluidez o ideas. En ocasiones, con compañeros estorbándose en la pista. También en cierta relajación cuando el partido parecía sentenciado, a lo que el técnico Moncho López respondió con un tiempo muerto en el minuto 38 y bronca general en el banquillo.

Porque las facilidades que permitió el Palmer, si bien nunca perdió la cara y mostró orgullo hasta el final, no las van a conceder los dos próximos rivales, Zamora y Cantabria. Al COB le bastó el buen comienzo de Carlos Jürgens para despegarse, el acierto puntual de Ken Smith y Kalscheur para impedir las pequeñas reacciones del rival y la consistencia del compacto Chinedu Okanu para asentar la ventaja. Aportaciones positivas, pero quizá insuficientes contra rivales de mayor entidad.

El Palmer se acercó a cuatro puntos (19-15) en el segundo cuarto y a ocho (52-44) en el tercero, a base de una secuencia de triples, varios de ellos con el tablero del COB iluminado por el fin de posesión. Poco más, como una de esas primeras etapas llanas del Tour, con final al sprint que van preparando las piernas para la montaña y donde el peligro pueden ser las caídas. En el caso cobista, el susto por lesión muscular que sufrió Sergi Huguet en el minuto 31.

Victoria holgada en el primer partido. Para tranquilidad del presidente y para satisfacción de una afición con ganas de marcha e intento de ola a falta de tres minutos para el final. Estas cosas que se hacen en partidos por el ascenso. Algo así como comer mazapán en octubre. Había mono de basket en el Pazo. Habrá que esperar 15 días hasta la próxima fiesta.