EL PERSONAJE

Balonmano con denominación de origen

Juan Sotelo
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Juan Sotelo, jugador del Viña Costeira de Ribadavia encadena 26 años disfrutando de un deporte que lleva en la genética familiar

Durante el fin de semana Ribadavia acogió la Copa Federación de balonmano. Los resultados o las diferencias no son protagonistas cuando de lo que se habla es de pasión por un deporte, tradición familiar o incluso exclusividad provincial. Una vez más, Ribadavia fue epicentro de un deporte con poco calado en Ourense e irrisorio comparándolo con lo que se puede vivir en casi cualquier pabellón de las Rías Baixas. Ribadavia es otra cosa. Lo saben bien 'Los Sotelo' y lo explica mejor Juan, uno de los dos hijos que juegan en el primer equipo de un club que preside y ayudó a fundar su tío.

"Recuerdo de siempre el balonmano y cuando yo ni existía ya se jugaba en el castillo y más tarde en la Picuxa, que significa Pista-Cuberta-Xa. La pista del colegio de la Alameda. Allí es donde empezó todo", explica el jugador del Viña Costeira Juan Sotelo (Ribadavia, 7 de marzo de 1983).

Décadas de pelea por mantener vivo a un deporte con competencia en la villa pero con más pedigrí que ningún otro. Este Sotelo empezó pronto: "A los cinco años creo que ya jugaba. Me metió mi tío a jugar y hasta hoy. ¿Cuánto años? Es fácil, tengo 31, llevó 26 años seguidos jugando".

Les toca ahora tomar el relevo de nombres que repite de carrerilla y que son complicados de anotar por la velocidad a la que lo hace: "En la mejor época había equipos masculinos y femeninos en todas las categorías y el pabellón estaba siempre lleno para ver a los Otero, Quintana, Viteri, Milucho 'el relojero', los hermanos Ares, Lucas, Cuco... Era todavía muy pequeño y recuerdo ir en autobús a ver al equipo en los desplazamientos". Ahora son ellos los que repiten con los más pequeños: "Aquí en Ribadavia a los que nos gusta el balonmano siempre nos hemos sentido arropados. Mi hermano, mis primos, mis amigos... todos jugábamos al balonmano. Los que jugaban en el equipo de fútbol eran casi todos de otros pueblos pero los que jugábamos al balonmano somos casi todos de Ribadavia".

Con cuerda para rato

Muchos años ya de historias y anécdotas de un lateral que tuvo que hacer de entrenador en dos etapas distintas y reconociendo que "no me costaba muchos repartir los minutos. El único que jugaba más era mi hermano". Y matiza: "No es por nada pero creo que casi todo el mundo reconoce que es el mejor jugador del equipo y de la categoría".

Y con cuerda para rato: "No me planteo cuando dejarlo. Me siento muy bien y no me lo planteo. Mientras me vea en condiciones seguiré jugando. En el equipo está Kike y tiene 39 años. Puedo llegar a esa edad, más o menos. Ya veremos". Aunque lo que sí tiene claro es que colgar las zapatillas y olvidarse del olor a resina en las manos y el balón no significará que deje el deporte. Eso es casi tan innegociable como su modalidad favorita: "Deporte haré seguro. Jugaré al fútbol, haré atletismo o lo que sea pero deporte seguro". Y escuchándo la explicación no deja duda alguna: "Cuando no hay competición los sábados no sé qué hacer, me subo por las paredes. Necesito el deporte y necesito la competición".

La liga argentina

Lo dice un jugador que en sus momentos libres se mete en el gimnasio o incluso entrena con el equipo de baloncesto con el que comparten pabellón y con el que es sencillo confundir el patrocinador.

Lo dicho, no quedan dudas sobre su pasión por el balonmano y por el deporte. ¿O sí? "Hace un tiempo me tuve que ir a Buenos Aires por motivos de trabajo y fue el único momento en el que dejé el equipo". No tan rápido: "Tuve mucha suerte. Enfrente de mi casa había un pabellón y jugaba allí un equipo de la máxima categoría (el Dorrego)". ¿Y? "Me aceptaron y jugué la Liga con ellos. Es una anecdota para contar. Allí el nivel es bajo, como una Primera Nacional de aquí, pero pude jugar contra River Plate o contra algunos jugadores que han estado aquí en España jugando en la Asobal".

Fue algo temporal y tuvo tiempo de "acabar la liga aquí". Ese paréntesis y temporada y media en las que jugó en el Octavio Pilotes Posada fueron las únicas en las que el Viña Costeira no contó con un jugador que ya es parte de la historia del club. Celso (presidente) y Celson Ramón (jugador) son los otros Sotelo en un equipo que ha sido, es y seguirá siendo el estandarte del balonmano en la provincia de Ourense. La aldea gala de un deporte que en Ribadavia no se discute en parte gracias a 'los Sotelo'.

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