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En Barcelona con Docabo

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photo_camera El presidente del Real Madrid, Santigo Bernabéu (izquierda) y el del CD Ourense, Antonio Docabo (derecha).

Desde el primer momento tuve la impresión de que aquel viaje que iniciábamos en A Lavacolla con destino a El Prat barcelonés iba a ser divertido. El Ourense tomaba un avión por segunda vez en su historia...

Desde el primer momento tuve la impresión de que aquel viaje que iniciábamos en A Lavacolla con destino a El Prat barcelonés iba a ser divertido. El Ourense tomaba un avión por segunda vez en su historia -la primera había sido en el 72 a Tenerife- y volvía a tener como compañero de asiento a José Manuel García, aquel refuerzo de A Mariña lucense que llegó procedente del Lugo.

Volábamos sobre los Picos de Europa y el paisaje era espectacular. García me comentaba:
 -Hai quen ten medo de viaxar en avión. Eu vou sempre tranquilo. Sabes en que me fixo? Nestas rapazas, as azafatas. Non fan máis que andar dunha parte para a outra e entran e saen da cabina do piloto. Mentres saian sorrindo, todo vai ben. Se saísen con cara de susto, xa sería outra cousa.
 Nada más tomar tierra, me dice el presidente Docabo:
 -Queres vir conmigo que teño que facer unhas xestións agora mesmo?
 -Non podo. Estou "ofrecido", teño que ir dereito a Paralelo, teatro Apolo, a por unha boa entrada para ver a Tania Doris e Luis Cuenta.

Quiso que me hiciera con otra para él. Pero cuando llegó y le dije que tenía la fila 7, dijo que ni hablar. Que había que ir más adelante. "Non hai e menos a estas horas". "Dáme as entradas a min". Marchó y volvió con la fila primera. Me reprochó:
 -Tes que seguir aprendendo.

Los punzones
El espectáculo fue perfecto y más desde tan privilegiada situación. Risa y admiración. De pronto, Tania sale con un punzón y pide la ayuda de un espectador. Sorpresa, me elije a mi. Tenía que pinchar unos globos que colgaban del lugar donde terminaba la espalda de la vedette. Pero no había forma. Movía esa parte del cuerpo a tal velocidad que no acertaba uno. La gente se reía y Docabo casi daba vueltas en la butaca.

 -Que ridículo fixeches.
 No para de reír. "Menos mal que aquí non me coñece ninguén", me disculpé. Pero al salir, me tocan en la espalda. Era Tomé y señora. También ella aún se reía. Y Manolo Tomé me dice:
 -¡Que bárbaro! Por poco no pinchas ni uno.

Tuve después la oportunidad de conocer la otra parte del presidente orensanista. Un constructor de éxito en aquellos años setenta, dueño de importantes obras que se realizaban en la ciudad y al frente de un club que estaba empeñado en colocarlo en lo más alto. Atrás quedaban un ascenso a Segunda División, una gran campaña nacional sobresaliente en la Copa del Generalísimo y la visita que acababa de hacer al Couto el Barcelona de Cruyff con esta figura al frente. Le pregunté: "¿Hasta donde va a llegar, presidente"?
 -Non sei. Quixera levar o equipo á Primeira. Por medios non ía quedar. Pero doume conta de que o camiño é moi costa arriba. 
 Supe que Docabo era "hombre de fútbol" de siempre y a su manera. En su juventud en su Rairo natal jugaba a empresario, formaba un equipo con gente que destacaba y acudía a comisiones de fiestas a celebrar partidos por los pueblos. Carriega era una de sus figuras. Pasó poco tiempo porque se casó muy joven. Y cuando tenía dos hijos, decidió emigrar a Venezuela dejando aquí a la familia.

Carpintero en Venezuela

-O meu oficio era carpinteiro ebanista (explicaba Docabo). Xunteime alá cun socio e montabamos farmacias en Caracas. Pero despois, independiceime e fixen a miña empresa. De sol a sol. Non tiña horas. Un día unha serra levoume dous dedos. Vin como saltaban polo aire. Todo aínda máis difícil.
Cenábamos en una cafetería de las Ramblas. Le emociona recordar aquello. Enseguida reconoció que la familia tiraba y decidió volver. Carmen, su sufrida esposa, casi se muere del susto cuando se entera de que Antonio invirtió sus ahorros en comprar un monte en su Rairo natal, junto a la Iglesia. Y se lanzó a  construir viviendas para vender. Luego, en el Puente. Después, junto a la Residencia. Y ya entra en importantes edificios del centro.
 Se le humedecen los ojos al ir recordando. Respiró profundo.
 -Pero agora xunto co traballo, é o fútbol.
 Fue seguidor empedernido del Real Madrid. En algunos casos, al extranjero. Chamartín le resulta familiar.
 -Vai ser difícil ascender. Faremos o que poidamos. Pero polo menos quería estar co Ourense en Madrid y vernos con Santiago Bernabéu.

En Santa Coloma

Lo inmediato era el partido del día siguiente en Santa Coloma de Gramanet frente el San Andrés. Me colocan en un palco y me acompaña Albert, un periodista de 'Dicen', diario barcelonés.. Todo va bien hasta que hay una jugada en el área ourensanista que estaba ganando 0-1. Ordax comete un penalti evidente. Pero el arbitro no lo ve. Fenomenal alboroto. Los catalanes protestan masivamente. El zaguero orensanista despeja largo y Pousada escapa solo hacia la portería catalana. Le sigue el arbitro y varios jugadores del San Andrés protestando. José Luis Rey Pousada, marca, es el  0-2. Alboroto. Parece ser que en el tumulto, un jugador le grita al colegiado "eres un carota". Roja directa. Más lío.

También a mí se me hace difícil contar aquello. El colega catalán que me acompañaba en la retransmisión se despacha a gusto. A duras penas el partido se reanuda. Pero en las gradas no hay calma. Cuando está a punto de terminar, sin que se sepa muy bien el porqué, penalti contra el Ourense.  1-2 y final.

La fuerza pública protege a los jugadores al salir de vestuarios al autocar, que está rodeado de forofos locales. Entro con ellos. Pero el coche no arranca. Falta el delegado ya que el árbitro no acaba de redactar el acta. Gritan y gritan. Y al entrenador José Antonio Naya no se le ocurre otra cosa que bajar el cristal de una ventana y gritar a la gente algo así como "¿Qué pasa, no tenéis otra cosa que hacer? ¡Iros a comer!"

El conductor salta como un resorte. "¿Está loco? ¿Quiere que me arruinen el autocar? Siéntese, joder", Naya se ríe. Al fin llega Salvador Pérez, el hombre de confianza del presidente con el acta. Va al fondo a sentarse con Antonio Docabo. El autocar se pone en marcha en medio de las quejas de los de fuera.
 Comer rápido y a coger el avión de vuelta. Al bajar, me quedo mirando al presidente.
 -¿Y esto cómo se explica?
 - Se non sabes ti que es o xornalista...
 

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