Pepe Carrete comenzaba su segundo proyecto a los mandos del CD Ourense
El fútbol comienza a acaparar portadas en los distintos diarios nacionales y autonómicos y las pretemporadas ya se encuentran a pleno rendimiento.
Han pasado 25 años, pero la forma de presentar proyectos no dista hoy demasiado de lo que se estilaba por aquellas tardes de julio del año 1992.
En el césped del campo de O Couto, un nuevo proyecto deportivo, dirigido por segunda temporada por Pepe Carrete.
El objetivo marcado desde el inicio, pelear por colarse en los puestos de promoción de ascenso a Segunda división, con un equipo que contaba con los fichajes de Pichi (Carballiño), Juanchu (Murcia), Ecay y Adolfo II (Atlético Ourense), Espiga (Logroñés), Latapia (Leonesa), Izurza (Athletic de Bilbao) y Bericat (Barco), en una plantilla con pesos pesados del fútbol ourensano como Mugüerza, Rodolfo, Ares, Sobrino o Nando.
En aquel equipo, un retornado Carlos Fernández Bericat, después de una temporada en el Barco de Tercera división en la que completó una buena temporada bajo el mando de Fuertes.
De aquella época, el jugador ourensanista recuerda que "volví con muchísimas ganas al Club Deportivo Ourense. Por motivos laborales me había ido a la Rúa y jugué un año correcto en el Barco. Gracias a eso me llamaron de nuevo y tan solo una temporada después me reincoporé al equipo".
Una temporada ilusionante que comenzó con una concentración de pretemporada en Lobios. El jugador afirma entre sonrisas que "estuvimos 15 días allí, durmiendo en el colegio y comiendo en el Lusitano. La verdad es que las condiciones no eran muy buenas para una concentración pero hicimos un buen grupo".
A nivel personal, luces y sombras. "Disputé como titular 20 de los 21 primeros encuentros de liga pero me lesioné en la rodilla y ya no jugué más. Hice un tratamiento de conservación pero a final de temporada me operó el doctor Borrás. Además aquel año, después de luchar durante toda la campaña por la fase, perdimos en casa contra el Getafe a falta de dos jornadas y nos quedamos sin opciones", destaca.
Sí hubo suerte al año siguiente. "Después del golpe nos quitamos la espina en la 93-94, con un equipo con más jugadores ourensanos y con Teixidó y Fuertes al frente" e incide en "lo importante que fue para mí irme un año al Barco. Fue dar un paso hacia atrás para volver con fuerza y quedarme. Jugar como local en O Couto siempre fue un motivo de orgullo y los ourensanos demostramos que había una buena generación de jugadores que podían rendir a buen nivel".
