Santo Estevo de Ribas de Sil fue el punto de inicio de una de las etapas reinas de la ronda y presumió de una Ribeira Sacra que siempre deslumbra
Santo Estevo de Ribas de Sil fue el punto de inicio de la penúltima etapa de la Vuelta a España. La etapa reina, la cita en la que se decidía el ganador, el podio y lo que quedase por repartir. Y así fue.
La promesa de la presentación, allá por el 22 de julio en los 'Balcones de Madrid', en Parada de Sil, se cumplió a rajatabla.
No faltó nadie. Llegaron los mejores y todos con algo que decir. Aterrizó la Vuelta en Ourense y lo hizo con el liderato en juego y el podio también en el aire.
Contador era el destino recurrente de cámaras fotográficas y móviles. Mayores y pequeños. Los más atrevidos y lo que tenían que ser casi empujados. No todos los días se tiene delante a un doble ganador del Tour, ganador del Giro y desde mañana tres veces de la Vuelta.
Froome, Valverde, 'Purito', Aru... todos cerca y ninguno altivo o esquivo para aficionados a un deporte que en Ourense también tiene su cuota de pantalla. Seguidores que además aprovecharon para llevarse algún recuerdo de un deporte que desde siempre tiene en el merchandising una parte inseparable.
Pero además la salida de la Vuelta en esta etapa era reivindicación. Una forma inmejorable de sacar pecho y presumir de Ourense en general y de la Ribeira Sacra en particular. Un espaldarazo más para que sea declarada Patrimonio de la Humanidad. 'Selfies' de políticos incluidos en fotos institucionales o particulares. La salida de la Vuelta era una fiesta y promoción. Una retorno económico inmeditado para la provincia y una publicidad a medio y largo plazo impagable. Ourense también supo lucir en una Vuelta a España brillante.
