LEB ORO

Solo los jugadores no bastan

photo_camera Suka Umu fue el mejor del COB.

El COB encajó ante el Valladolid su tercera derrota consecutiva, en un partido que confirma la mala dinámica de juego del equipo ourensano 

Tres derrotas consecutivas y la sensación de que los problemas que ahora condicionan al equipo ya se han visto hace nada en el mismo escenario. El COB vuelve a quedarse corto. A tener equipo para mucho y poner excusas para justificar el porqué tan poco. Solo con los jugadores, su talento y orgullo no es suficiente.

No importan los marcadores, importa el juego y los motivos que llevan a los resultados. Lo que vale es acercarse al máximo que el equipo sea capaz de dar y el COB se quedó muy lejos de su tope la campaña pasada y va camino de ello por segunda consecutiva.

Este año no hay lesiones o 'fugas' en las que ampararse. Ni siquiera un mal inicio que supuestamente condicione la moral. El COB no evoluciona. Empieza jugando a un nivel y pasan las semanas al mismo lo que obviamente hace que el rendimiento sea inferior al competir con rivales que sí progresan. No hay que saber de baloncesto, hay que tener ojos y aplicar la lógica.

Ayer la pista volvió a juzgar lo que ya estaba sentenciado. Es cuestión de días que los silbidos pasen a abucheos y, lo que es peor, que la ilusión inicial pase a decepción y finalmente a la indiferencia. Qué importa que el club trabaje más o menos, mejor o peor para que la afición se enganche si cada partido en el Pazo es una patada en el culo.

El Valladolid sesteó en la primera mitad, apretó el ritmo en el inicio de la segunda y no le tembló el pulso en los minutos finales. Suficiente para ganar con merecimiento a un COB sustentado en la calidad de la plantilla.

Un COB sin argumentos. Mal desde el minuto 7. Sin juego interior alguno y viviendo del orgullo de Suka- Umu o Arco. Condenado por la falta de acierto de Rivero o Rejón y por la bisoñez de Allison o Brown. Pero los jugadores no admiten peros. Los tiros no entran o no por casualidad. Un día sí, muchos no es casualidad.

Cada jornada el rendimiento del equipo es más bajo y ese argumento no se rebate para desgracia de un Pazo que quiso creer en excusas que nunca fueron creíbles. ¿Y ahora qué? Qué importa cuando no se quiere ver.

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