Sueños de Olimpia

Superliga: una leve rebelión y un gran ridículo

Florentino Pérez y Aleksander Ceferin, la nueva lucha por el poder del fútbol mundial.
photo_camera Florentino Pérez y Aleksander Ceferin, la nueva lucha por el poder del fútbol mundial.

Las 72 horas del anuncio y disolución de la 'Superliga' de clubes de fútbol europeos, promovida por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, es la terrible muestra de la situación de un deporte profesional que ya ni es circo, sino pantomina.

12 equipos, supuestamente descontentos con la gestión de la UEFA. Pero sin precisar los problemas o exponer su proyecto. Más allá de la sorprendente aparición de madrugada de don Florentino en el programa deportivo tabernario de 'El Chiringuito'.

La UEFA respondió con amenazas propias de la Mafia y campaña populista propia de Podemos. Por muy gallito que se ponga su presidente Aleksander Ceferin, no tiene poder ni competencias para sancionar, expulsar o impedir la inicitiva de los clubes ante un tribunal. Por muy humilde y defensor "de los pobres" que se presente, el señor Ceferin cobra más de dos millones de euros de sueldo de la institución y gestiona 2.730 millones de presupuesto, sin rendir muchas cuentas.

Tampoco le hizo falta mucho. Los clubes ingleses 'rebeldes' se derritieron  en 24 horas. Alguno incluso pidió perdón. Los italianos no tardaron en secundarles. Barcelona y Atlético huyeron con discreción. El PSG de París ni siquiera se atrevió, atenazado por los 'negocios' de su presidente con la UEFA y FIFA. Si los argumentos de escisión eran tan sólidos y urgentes, apenas lo demostraron.

Florentino Pérez se quedó solo, en un ridículo espantoso. Resulta que en Europa no tiene el poder dictatorial que exhibe en su club. Algunos aficionados cantaron victoria por las calles, aunque no sepan con exactitud qué ganaron.

Sea con este cutre intento o con otro. Tarde o temprano sucederá un cambio importante en el fútbol.

La escisión de la Euroliga sí fue un éxito

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Los clubes 'rebeldes' se inspiran en un precedente cercano. La escisión de sus homónimos europeos del Baloncesto en el año 2000. Entre otras, las secciones de basket del Real Madrid y FC Barcelona.

Los principales y más poderosos clubes que integraban el consorcio de ligas nacionales europeas (ULEB) hartos de la nefasta y corrupta gestión de FIBA Europa, crearon una competición privada e independiente, denominada 'Euroliga', cuya primera decisión fue negociar un jugoso contrato televisivo. La idea era reunir en una liga cerrada a los mejores del continente, añadiendo a otros por invitación.

La FIBA -hermana de la FIFA- denunció, amenazó y torpedeó todo lo posible la nueva competición. Además mantuvo su tradicional Copa de Europa, bautizada como 'Suproliga'.

En 2001 se dió la surrealista situación de contar a dos 'campeones de Europa de clubes'. El Maccabi Tel Aviv (Suproliga) y el Kinder Bolonia (Euroliga).

La Euroliga ganó el pulso. En 2001, todos los clubes de la Suproliga se integraron en ella. Tres competiciones FIBA más -Copa Korac, Copa Saporta y Champions Cup (en la que participó el COB)- se fusionaron en la actual Eurocup. La FIBA se quedó con las competiciones de selecciones, si bien desde hace unas temporadas pretende un trozo más grande del pastel.

Hoy, nadie duda del liderazgo de la Euroliga de los 18 clubes más potentes del continente, presidida por el español Jordi Bertomeu. El proyecto, ya anunciado hace años, es hacerla crecer en infraestructura y recursos, hasta el punto de convertirla en una división europea de la NBA.

Y nadie. Ni FIBA ni Euroliga, preguntaron, antes, ahora o después, la opinión de los aficionados.

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