El concepto de Design Thinking fue planteado a mediados de la primera década del siglo XXI, si bien su difusión se debe a Tim Brown, profesor de la Universidad de Stanford
El concepto de Design Thinking fue planteado a mediados de la primera década del siglo XXI, si bien su difusión se debe a Tim Brown, profesor de la Universidad de Stanford y creador de la consultora Ideo.com, que describió este nuevo concepto en un artículo publicado por Harvard Bussiness Review en el 2008.
En palabras del propio Brown se trata de una disciplina que usa los métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado. De ahí su nombre, que en español se traduce de forma literal como Pensamiento de Diseño.
Las empresas están empezando a darse cuenta de que se enfrentan a un cambio de época en lo económico y social, y de que si quieren sobrevivir y mantener las ventajas competitivas a largo plazo, deben apostar por la innovación como motor de crecimiento. Si bien la innovación es algo que siempre ha existido, el Design Thinking aporta un marco y un proceso para implantar la innovación de manera rentable en el seno de una empresa o proyecto.
Compañías como Apple, Google, General Electric, Procter & Gamble, Philips Electronics o Zara utilizan herramientas de Design Thinking. Dado su potencial generador de innovaciones, es un proceso aplicable a cualquier campo, desde el desarrollo de productos hasta mejora de procesos o definición de modelos de negocio.
Si bien el nombre puede provocar confusión, no se trata tanto de una cuestión de diseño sino de adoptar algunas de las dinámicas creativas, una invitación a pensar como diseñadores. La metodología permite trabajar en equipo para desarrollar innovaciones de manera abierta y colaborativa, rompiendo con ideas preconcebidas con el fin de generar opciones innovadoras para abordar problemas o mejorar situaciones.
Design Thinking sigue un proceso que se divide en seis pasos, y que se vale de distintas herramientas para poder llevar a cabo cada uno de estas etapas. Se trata de un proceso iterativo, bastante similar al empleado bajo el enfoque Lean Startup (construir-medir-aprender), aunque en este caso define además el proceso previo a la generación de ideas de negocio (definir-investigar-idear). Se trata de una metodología de resolución de problemas aplicable a cualquier ámbito que requiera un enfoque creativo, para trabajar el desarrollo de soluciones creativas e innovadoras. Por tanto Design Thinking aporta un marco para innovar en cualquier ámbito de la empresa (productos y servicios, procesos y modelos de negocio), lo que hace esta metodología especialmente atractiva.
El Design Thinking se desarrolla siguiendo un proceso en el que se ponen en valor los que algunos consideran sus 5 características diferenciales:
Generación de empatía: que supone entender los problemas, necesidades y deseos de los usuarios implicados en la solución que se está buscando. La satisfacción de las mismas es la clave de un resultado exitoso.
El trabajo en equipo, ya que pone en valor la capacidad de los individuos de aportar sus destrezas individuales.
La generación de prototipos, por el que toda idea debe ser validada antes de asumirse como correcta.
Todo ello en un ambiente en el que se promueve lo lúdico, de manera que se disfrute durante el proceso, y se alcance así un estado mental que permita dar rienda suelta al potencial de cada uno.
Finalmente, durante el proceso se desarrollan técnicas con un gran contenido visual y plástico, lo que supone trabajar tanto los aspectos creativos como los analíticos, dando como resultado soluciones innovadores y a la vez factibles.
En definitiva, el Design Thinking persigue estimular la cooperación y la creatividad rompiendo con ideas preconcebidas con el fin de generar opciones innovadoras para abordar problemas o mejorar situaciones
