ANÁLISIS

Hacia un nuevo orden económico mundial

La recuperación económica  a nivel global sigue su curso aunque a un paso un tanto ralentizado dadas las muchas incertidumbres que emergen en la escena internacional desde el ámbito económico y político.  

Durante los dos días que duró el Han vuelto a aparecer episodios de volatilidad en los mercados, principalmente en los de renta fija, ante las muchas incógnitas que se ciernen sobre los derroteros que va a adoptar la futura política fiscal y monetaria de los EEUU en los próximos meses.

La persistencia del riesgo de inestabilidad en los mercados financieros ante el problema de deuda que se puede avecinar debido al elevado endeudamiento al que se ha llegado tras la enorme expansión monetaria, llevada a cabo por las autoridades competentes de las principales áreas económicas mundiales en los últimos años, podría comprometer el devenir de los acontecimientos en la economía real en el futuro más inmediato. La confusión que se pudiese llegar a producir en los mercados afectaría a la confianza de los agentes económicos y acabar de coartar la recuperación económica mundial.

A todo esto se suma la incertidumbre que ha aparecido con la elección del nuevo presidente de los EEUU, que tras anunciar en campaña la necesidad de promover medidas proteccionistas que defiendan a la propia economía estadounidense, esto supondría, en caso de ponerlo en marcha,  una mayor presión al desarrollo y evolución del comercio internacional y, consecuentemente, al devenir de los acontecimientos a nivel mundial. 

También es cierto que tras los progresivos déficits de Balanza por Cuenta Corriente que ha acumulado la economía norteamericana en los últimos años, llegará un momento que sean del todo insostenibles y se tengan que corregir ante la imposibilidad de financiarlos por tiempo indefinido, lo que provocará que economías como China y Japón, así como Alemania y determinados países europeos con Balanzas por Cuenta Corriente superavitarias no puedan mantenerlas al menos en los términos actuales, en el caso de que las autoridades norteamericanas decidiesen corregir su desequilibrio, en términos de comercio, con el resto del mundo. 

De hecho, una de las partes más relevantes del discurso de Donald Trump en campaña hacía referencia a la necesidad de relocalizar buena parte de la actividad productiva perdida tras la aparición de la globalización y la deslocalización hacia los países emergentes asiáticos, y así poder reactivar económicamente esos Estados que sufrieron en mayor medida el desmantelamiento de la actividad en los últimos 25 años.

Se podría decir que estamos ante un posible nuevo escenario económico en el que EEUU dejase de ejercer su liderazgo y tuviese una mayor preocupación por fortalecer su economía a través de medidas de política económica más encaminadas a proteger su espacio de referencia, ante un ámbito global cada vez más hostil y desequilibrante.

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