El teletrabajo es una de las formas más utilizadas por consultoras y empresas en la actualidad. Hoy día, la oficina es el ordenador portátil, que se puede utilizar desde cualquier lugar.
Victor Frankenstein, el prototipo de eremita obsesivo de su labor encerrado en el laboratorio es el paradigma de la relación laboral actual, con nuestras nuevas criaturas tecnológicas. El teletrabajo es una de las formas más utilizadas por consultoras y empresas en la actualidad. Hoy día, la oficina es el ordenador portátil, que se puede utilizar desde cualquier lugar ; no hay horarios, se trabaja por objetivos. Las herramientas son los equipos virtuales, las plataformas online, la nube...Es la opción en auge, para trabajadores por cuenta ajena y para freelancers. Vivimos la cuarta revolución industrial, la de las tecnologías, con nuevos perfiles profesionales, como los smartworkers, trabajadores cuya forma de empleo se basan en las tecnologías de la información y del conocimiento, o los knowmads, nómadas del conocimiento. Profesiones como marketing, comunicación, informática, diseño gráfico, traducción pueden llevarse a cabo, desde cualquier lugar.
Echando un vistazo alrededor, vemos personas trabajando desde aeropuertos, hoteles, estaciones de tren, bibliotecas, etc... Pero, también es posible, compartir un espacio de coworking. Una opción para gran parte de los freelancers menores de 50 años con perfil tecnológico. Posibilita el alquilar un lugar de trabajo de forma fija o temporal con un abanico de opciones por horas, días, meses y por tarifas asequibles. Se trata de beneficiarse de los servicios compartidos, esto es, equipos informáticos, fax, escáneres, impresoras, o de una sala para reuniones. No es importante dónde haces algo, sino qué y cómo lo haces. Las barreras mentales se van desdibujando, naciendo un nuevo concepto de laborar. La tecnología, teletransporta una información sin necesidad de presencia física. Lograr objetivos es la meta, independientemente del tiempo invertido, porque, el tiempo de trabajo no asegura la eficiencia. En el siglo XXI, se mezcla tiempo y productividad. Victor Frankenstein no pecó de soberbia por pretender imitar a Dios, sino de estupidez por desentenderse de su creación hecho monstruo. Las nuevas tecnologías anuncian un mundo lleno de criaturas diseñadas a medida de nuestros deseos: deberíamos prepararnos para equilibrar estos y para asumir nuestra responsabilidad, y así librarnos del síndrome de Frankenstein, esa incapacidad del ser humano para cuidar de sus propios productos tecnológicos, que surge cuando tomamos conciencia, de que la tecnología, si no se humaniza, pueden volverse contra nosotros.
“Tú eres mi creador, pero yo soy tu señor” le dice el monstruo a Víctor Frankenstein al final de la obra. Como aquel, hay que renacer de lo inerte, pero no podemos ser prisioneros de lo tecnológico. Sino que sea la herramienta de un renacimiento, con un modelo diferente de profesional. El futuro, y ya nuestro presente, esta configurado por equipos virtuales y necesitamos líderes con mayor poder empático, para volver a creer, que la humanidad es la base de la dirección. Y que las personas son un fin y nunca un medio o un recurso. Igual que la primavera, renueva la naturaleza, el principio de la regeneración, esta en el uso humanizado de la tecnología, de ésta al servicio de los valores humanos; que desdigan el futuro esclavo y mecanicista, intuído y genialmente narrado por George Orwell.