El fiscal le acusa de dedicarse a la venta de estas sustancias debido a su adicción a las drogas tóxicas y estupefacientes,
Este martes ha quedado visto para sentencia el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra contra un camarero de Ribadumia que está acusado de vender cocaína y marihuana a los clientes del establecimiento, aunque ha alegado ante el tribunal que dichas sustancias eran para su autoconsumo.
El 21 de octubre de 2012 la Guardia Civil sorprendió al acusado, Ramón S.L., en posesión de 4,7 gramos de cocaína y 5,5 gramos de marihuana en el bar en el que trabajaba de camarero.
El fiscal le acusa de dedicarse a la venta de estas sustancias debido a su adicción a las drogas tóxicas y estupefacientes, y reclama al tribunal provincial que le condene por estos hechos como autor de un delito contra la salud pública.
En concreto, pide para él siete años de prisión y al pago de una multa de 1.820 euros, además del decomiso de los 330 euros en metálico que le intervinieron durante el registro del local.
DEFENSA DEL ACUSADO
Por el contrario, Ramón S.L. se ha defendido y ha asegurado que tenía esa droga encima porque "la acababa de comprar esa misma tarde" y la consumía en grandes cantidades a diario. De hecho, ha dicho consumir una media de un gramo al día.
Los cinco agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación que culminó con la detención de Ramón, explicaron a los magistrados pontevedreses que habían acudido al bar en el que trabajaba el acusado porque habían recibido informaciones de que allí se realizaban transacciones de droga. Dos de ellos añadieron que, en cuanto entraron en el local, el procesado intentó escapar y se fue "corriendo" hacia detrás del mostrador.
En el registro del local encontraron 12 papelinas de cocaína, de las que dos las llevaba encima y el resto en un monedero escondido en la trastienda. En total pesaban 4,767 gramos y habrían alcanzado un valor en el mercado ilícito de 429,14 euros.
Los agentes también localizaron 5,51 gramos de marihuana escondidos en la leña del patio trasero.
