Tres formas únicas de disfrutar Galicia a través de Paradores

Espectaculares vistas en el Parador de Costa da Morte.
photo_camera Espectaculares vistas en el Parador de Costa da Morte.
Cultura, gastronomía y naturaleza. Los Paradores de Costa da Morte, Cambados y Vilalba cumplen las expectativas

Patrimonio,  gastronomía y sostenibilidad son tres elementos que forman parte de la genética de Paradores  y que son la causa de que todos sus alojamientos se hayan erigido en destinos de referencia de un turismo de calidad.

Lo comprobamos a través de tres establecimientos gallegos que ya se han convertido en emblemáticos. Porque dan fe de su rico patrimonio artístico, que atesora casi 10.000 piezas; porque son exponente del valor arquitectónico de sus edificios; porque dan buena muestra de la sostenibilidad que vertebra muchas de las iniciativas que se han puesto en marcha –como Naturaleza para los Sentidos o Cicloturismo; y, no menos importante, porque ponen en valor la estupenda gastronomía, que prioriza el producto local y de cercanía, recuperando, de una forma renovada, recetarios tradicionales olvidados.

Parador de Costa da Morte, el paraíso natural

Parador da Costa da Morte. Paradores
Parador da Costa da Morte. Paradores

A pesar de ser el último alojamiento en incorporarse a la red, ha sabido interiorizar la esencia de Paradores. Adaptado a la orografía natural del entorno con un diseño de terrazas sobre la ladera que miran al mar, es todo un ejemplo de sostenibilidad. Respetando el relieve natural, el edificio salva el desnivel del terreno con dos ascensores que se desplazan en diagonal.

Además, con vocación de prolongar la belleza natural, el interior incorpora elementos orgánicos del propio paisaje como la madera o la piedra. El Atlántico es un huésped más. Desde cada una de sus habitaciones (donde no encontrarás plásticos de un solo uso) es posible llegar a la costa por un agradable camino. Y las ventanas de cristal del spa nos regalan una bella estampa del océano y de la Playa de Lourido.

Sin duda, el entorno es el gran protagonista del edificio. De ahí que el programa Naturaleza para los Sentidos  que se ha puesto en marcha en muchos alojamientos, cobre aquí un sentido especial. Fruto de esta iniciativa, es posible realizar un recorrido al pasado medieval y celta de la zona, visitando el Castillo de Vimianzo o el Dólmen de Dombate; iniciar una ruta en kayak, para admirar las playas del Ézaro, el Cabo Fisterra, el pueblo de O Pindo y las islas Lobeiras; descubrir a través de una travesía por la Ría de Muros, fábricas de sal y salazón y la riqueza ecológica del lugar visitando bateas de mejillones y teniendo la posibilidad de observar cetáceos. 

También habrá opciones para viajeros más aventureros que prefieran hacer una ruta en bicicleta por puntos clave como el Faro do Cabo Vilán o el Cementerio de los Ingleses.

Parador de Cambados, templo gastronómico

Parador de Cambados. Paradores
Parador de Cambados. Paradores

No es de extrañar que esta preciosa mansión solariega, emplazada en la capital del Albariño, sea un gran exponente gastronómico. No sólo porque Cambados, cuyo casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural,  es un lugar imprescindible para el turismo enológico —podrás visitar el Museo del Vino junto a las Ruinas de Santa Mariña Dozo, realizar rutas por bodegas, viñedos y salas de catas y celebrar la Fiesta del Albariño el primer domingo de agosto—, también por la oferta culinaria que ofrece el restaurante Enxebre del Parador, antiguo Pazo Bazán.

Un espacio en el que además de rendir culto al albariño se pone especial cuidado en el pescado y marisco de las Rías. Son especialidades el pulpo a la gallega, el arroz con bogavante o el helado de queso de O Cebreiro. Aunque tampoco deben desdeñarse las vieiras, los mejillones, la ternera rubia gallega, los pimientos de Padrón o las filloas. 

Y es que, como caracteriza a toda la cocina de Paradores, su elemento diferenciador, priorizando la materia prima autóctona y de temporada, es clave de su éxito. Una forma, también, de impulsar la economía local y de contribuir al freno de la despoblación, gracias a estos proyectos culinarios de cercanía.

El resultado, platos de marcada identidad, que aúnan recetario tradicional e historia con la creatividad de la cocina contemporánea, gracias a la formación continua y al buen hacer de los equipos de cocina, como el de este Parador que además de sus tres salones y del restaurante Enxebre, presume de un agradable patio central, de un bonito jardín y una piscina de temporada para hacer tu estancia mucho más apetecible.

Historia y arquitectura en el Parador de Vilalba

Parador de Vilalba. Paradores
Parador de Vilalba. Paradores

En una tierra cargada de leyenda y en pleno itinerario del Camino de Santiago, nos topamos con la historia gracias a este Parador ubicado en una verdadera joya del patrimonio arquitectónico de la red, la Torre dos Andrade. Junto a conventos, monasterios, palacios o castillos, Paradores ha recuperado esta atalaya medieval en el que se ubican seis de sus habitaciones (el resto se emplaza el nuevo edificio anexo) así como el Salón de los Andrade, ambientado con pinturas murales de los creadores orensanos José Luis de Dios González, Jaime Quesada Porto y Virgilio Fernández Cañedo; y decorado con los detalles heráldicos de los sucesivos señores feudales que allí habitaron.

Una maravilla de alojamiento, que no sólo te fascinará por las muchas opciones que ofrece la zona —como visitar Mondoñedo, conjunto histórico artístico; Lugo, con su muralla romana Patrimonio de la Humanidad; la Playa de las Catedrales; el cercano Paraje Natural de la Magdalena; o la medicinal Charca del Alligal—. También por la historia que esconde tras de sí esta torre ochavada, el único vestigio que sobrevive de los tres sucesivos castillos feudales que ocuparon la villa. Justo donde se emplaza el Parador, el primer fortín (siglo XI) sirvió de prisión al hijo de la reina María de Molina, de 6 años: el infante Felipe de Castilla y Molina, en pleno viaje de estado por Galicia y por orden de Fernando Rodríguez de Castro, señor de Lemos y Sarriá.

Esta torre octogonal también fue habitada posteriormente por el que seguramente fuera protector de Cervantes, Pedro Fernández de Castro, Andrade y Portugal, ya que el célebre escritor le dedicó a él la II Parte del Quijote como VII Conde de Lemos y VI de Villalba. Y además, tras un complejo entramado de sucesiones, pasó a manos de la Casa de Alba en el siglo XIX, época en la que se habilitó una pequeña prisión y un pequeño palacio de justicia, a condición de que se respetara la integridad de la torre. Ya en los albores del siglo XX pasó a los dominios de Pascual González Rouco y Valeriano Valdesuso Rouco. Y fue así pasó a convertirse en patio interior de vecinos hasta que Manuel Fraga, hijo de la localidad, y el arquitecto jefe de su ministerio, Jesús Valverde Viñas, recuperaron la imponente atalaya y el día de Galicia de 1967 se inauguraba como Parador.

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