PANTALLAS

"Un lugar tranquilo", de Krasinski

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Un vibrante y tenso ejercicio de estilo que no da respiro y que te mantiene pegado a la butaca. Una de las mejores pelis de terror de los últimos tiempos

Evelyn (Emily Blunt) y Lee (John Krasinski) Abbott son una pareja con tres hijos que vive una granja aislada de toda civilización al norte de Nueva York. Esta familia ha sobrevivido durante meses en un mundo invadido y amenazado por mortales criaturas extraterrestres que se guían por el sonido para cazar. En este contexto en el que una palabra puede significar la muerte, la familia Abbott vive silenciosamente, andan descalzos y se comunican por medio del lenguaje de señas.

El silencio como único refugio seguro y la familia como último cortafuego ante el exterminio y total deshumanización son las premisas que, muy sólidamente, sujetan ese primorosamente tenso ejercicio de estilo que John Krasinski ejecuta en “Un lugar tranquilo”.

Los terrores más primarios de todo padre cobran forma de ciegos y letales monstruos alienígenas en un filme que hace de la ausencia de diálogos y explicaciones -prohibidos los unos por instinto de supervivencia, esquivadas las otras como accesorio innecesario- el escenario minimalista perfecto para que esta joya del género consiga, tras un comienzo brutal, establecer vínculos emocionales entre la familia protagonista y el espectador mientras, siempre a la chita callando y siempre sin perder ni un gramo de tensión, genera una aterradora pero magnética sensación de asfixia y peligro constante.

Opresión perenne e incansable que, gracias a un magnífico trabajo actoral y un excelente diseño de sonido, Krasinski logra mantener también a campo abierto incluso cuando los trucos del guión invitan a mirar hacia otro lado para evitar que sus costuras hagan algún ruido que distorsione este horror casi perfecto.

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