En la avenida de La Habana, delante del conocido popularmente como "edificio del chocolate", los automovilistas fueron poco a poco aumentando el espacio de aparcamiento, llegando en la actualidad hasta el alcorque. Llegar a disponer de este espacio "extra" fue un trabajo laborioso a base de muchas jornadas de ir subiéndose a la acera e ir embistiendo al arbolito situado en el alcorque hasta que quedó libre para poder meter allí las ruedas. Ahora es el Concello el que debe tomar una decisión sobre qué hacer con este espacio: dejarlo como está para completar el espacio de aparcamiento, ampliar la profundidad del agujero para que el que mete allí el coche no pueda sacarlo y necesite de la grúa, motivo por el que se le pondrá una buena multa y, finalmente, volver a reponer el arbolito, pero ahora con un pedrusco delante como ya se hace en los sitios públicos frente a las amenazas terroristas. Porque de terrorismo ecológico algo tiene el asunto.
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Gonzalo Blanco
16/ene./18 - 14:18
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