Como suelo hacerlo habitualmente, a las 11,45 horas acudo a la parada de autobuses de la calle Juan XXIII para irme a casa. Raro es el día en el que no están turismos estorbando en el espacio destinado a parada del transporte urbano, lo que obliga a los autobuses a aparcar en un carril de subida, pues en algunos casos se juntan hasta tres. Pese a ser un sitio tan concurrido, me sigo preguntando después de mucho tiempo cuándo será el día en que vea a la Policía Local evitando este tipo de infracciones.