Ourense no tempo | José Adrio Menéndez, la primera Bombilla en Ourense

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Una de las personas a las que más agradecimiento debo en esta aventura de Ourense no Tempo, es a Don José Adrio. Desde el momento en que descubrí su libro: Del Orense Antiguo, se convirtió en un aliado perfecto, no sólo aportando datos, sino mostrando un estilo a seguir, a la hora de contar esa “pequeña” historia local.

Me costó (y ahora lo entiendo) avanzar en su biografía, porque siempre fue muy discreto con su vida privada; motivo por el que solo daré datos generales. Y de manera intencionada evitaré citar los nombres de sus familiares. 

Fotografía de Don José, publicada en la Revista Vida Gallega el año 1935.
Fotografía de Don José, publicada en la Revista Vida Gallega el año 1935.

Nacido en Ourense hacia 1869(?). Residió su juventud a caballo entre Vigo y Ourense y siendo muy joven comenzó a colaborar de manera profesional con el Noticiero de Vigo; hasta que en 1892 se casa con una dama de conocida familia de empresarios vigueses, (estos aunque no lo pude confirmar fehacientemente, es probable que tuvieran negocios en Chile, y allí comienza Adrio su vida de casado). Hacia 1900 regresa a España, 4 años después nace su primer hijo y al año siguiente el segundo, quien por cierto llegaría a ser uno de los cardiólogos más valorados en España.

Poco después obtuvo plaza como funcionario de Hacienda teniendo su primer destino en Lugo donde se integró perfectamente, (siendo presidente de la asociación de la prensa), hasta que por cuestiones familiares solicitó el traslado en 1927 a Ourense. 

Periodista vocacional, consiguió con su estilo desenfadado gran fama con sus colaboraciones. Noticiero de Vigo y el diario Galicia fueron su principal “altavoz”, aunque pocas cabeceras de la prensa gallega se resistieron a su pluma y varias nacionales y sudamericanas también contaron con su firma Gaceta de Galicia, Norte de Galicia, El Eco de Ourense, Correspondencia de España, Revista Vida Gallega …. 

   Como escritor firmó dos obras que yo sepa. El Liceo Recreo Orensano; su pasado, su presente, su futuro. (La Industrial, Ourense, 1930), y el genial Del Orense Antiguo 1830-1900 (La Popular, Ourense 1935), este último tuvo una distribución muy reducida, siendo desconocido para muchos ourensanos, hasta que en 2001 el Ayuntamiento de Ourense impulsó su reedición, como primer número de la Colección Auria. Habrá que seguir investigando el porqué de esa escasa distribución, y también, ¿Por qué Adrio no lo había dado por terminado?....

El arco mudéjar y la esquina de lamas Carvajal donde esta la ventana en la que se intentó la prueba Eléctrica. Fotos de Martino 1887 y De Ático Noguerol hacia 1935.
El arco mudéjar y la esquina de lamas Carvajal donde esta la ventana en la que se intentó la prueba Eléctrica. Fotos de Martino 1887 y De Ático Noguerol hacia 1935.

 

El arco mudéjar y la esquina de lamas Carvajal donde esta la ventana en la que se intentó la prueba Eléctrica. Fotos de Martino 1887 y De Ático Noguerol hacia 1935.
El arco mudéjar y la esquina de lamas Carvajal donde esta la ventana en la que se intentó la prueba Eléctrica. Fotos de Martino 1887 y De Ático Noguerol hacia 1935.

Es una obra escasa como podéis ver, pero os aseguro que de gran interés para conocer la historia de nuestro Ourense. El trabajo dedicado al Liceo, es fundamental para conocer esa sociedad. Y Del Orense Antiguo es una auténtica joya que, nos retrotrae a aquellos viejos tiempos, y seguro que consigue robarnos más de una sonrisa cuando lo leamos; muy de agradecer cuando estamos ante algo tan serio como la historia. 

Durante sus últimos años colaboró con la Filarmónica Ourensana y fue nombrado presidente del Orfeón “Unión Ourensana”, posiblemente buscando que su popularidad en el ámbito local y gallego ayudara a dar nuevas oportunidades a la sociedad musical; pero como es bien sabido, los momentos no eran los más adecuados para esas necesidades.

Falleció el 30 de abril de 1937 en su casa de la rúa Progreso 7 (de ahí posiblemente su amistad con mi bisabuelo, ya que con este dato además de amigos, por lo que veo, eran vecinos). Hoy tiene una calle en la ciudad que lleva su nombre, en el barrio de A Ponte; una perpendicular a la Calle Rio Arnoya, que parte de la Plaza de la Marina en dirección a las vías del tren.

Intentaré suplir la discreción y escasez de datos biográficos de este ourensano contando una de las historias que nos dejó, y al mismo tiempo aprovecharé para “desfacer un entuerto”, ya que podría pensarse que sus afirmaciones chocaban con las de otro ourensano de gran prestigio: Vicente Risco.

Don José Adrio nos cuenta que por primera vez se iba a encender una luz en la vía pública; suponemos que ya se había hecho alguna prueba experimental dentro del laboratorio, en el Instituto, como insinúa don José, pero en la calle y a la vista de todos los ourensanos, según dicen, este fue el primer intento, estamos hablando del año 1887, y de los actos festivos organizados para honrar al Padre Feijóo e inaugurar la estatua que le recuerda. Pero dejaré que lo cuente don José:

“... En sesión municipal de 14 de mayo, donde se trató del apoyo que el ayuntamiento había de prestar a los festejos del P. Feijoo, propuso un conocido edil, la adquisición por cuenta de los fondos municipales, de los elementos necesarios para alimentar una lámpara de arco voltaico que posee el Instituto de 2ª enseñanza, para utilizarla durante los festejos. (sic).

Atendida la proposición y aceptada por el Claustro, no había transcurrido una quincena cuando, en gran velocidad, vino de Barcelona el material indispensable, para poner en marcha aquel cacharro - que otra cosa no era - guardado en anticuada vitrina de la cátedra de Física.

Ya todo a punto, díose oportunamente a la publicidad el Programa festero, que terminaba del siguiente modo: “ al final lucirá una hermosa e intensa luz eléctrica”.

Mas de 4000 personas situadas a las 10 de la noche del 11 de septiembre en las calles del Instituto, Fuente del Rey y Plazuela de Isabel la Católica, dirigían la vista al arco estilo mudéjar, emplazado donde en la actualidad comienza la calle de Paz Nóvoa. (Paseo)

Y en una ventana del Instituto situado enfrente, un viejecito encorvado, de enmarañadas cejas y nariz larga, unía reóforos, alimentaba pilas, intentaba contactos, y...¡todo en vano! La luz negábase a hacerse y el pobre señor sudaba tinta.

Pasó una hora... y luego otra, y el público callejero e inculto, comenzó a gritar:

- ¡Que salga! ¡Que salga!

Y efectivamente: prodújose un chispazo, después varios; y por último quedó fija una lucecilla, de menos intensidad que la de un fósforo...”  (sic).

Bueno, aquí viene el problema: Entre los artículos que escribía frecuentemente en el diario La Región, Don Vicente Risco, aparece uno en el que relata de forma más breve, lo que parece ser la misma anécdota, pero situando la acción en el antiguo Hospital de San Roque, en la alameda,  para no liarnos, “más o menos” donde hoy está Correos (allí estaría el “viejo encorvado...”), y el arco no dice dónde estaba, pero suponemos que por la alameda andaría…

Les advierto que no me atrevo a inmiscuirme en las diferencias entre estos dos señores, por lo que dejo el veredicto a cada uno de ustedes. Eso sí, para intentar facilitar una salida airosa a los dos caballeros; es posible que este recorte de prensa, publicado el 20 de septiembre del mismo año 1887, en el Heraldo Gallego por Don Valentín Lamas Carvajal, termine por demostrar que ambos tenían razón, para ello habría que considerar el primer intento, como dice Adrio, hecho desde la ventana del Instituto, como “fallido”, y la segunda, de la que hablaría Don Vicente, desde una ventana del Hospital de San Roque. Como “exitoso”.

Cosas de nuestra Auria….

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