El café América, un clásico de la calle Progreso, acaba de echar la persiana después de 60 años de vida. Las diferencias en el contrato de alquiler ponen un paréntesis en la historia del local. El café se enfría.
En tiempos de crisis mejor no hacer mudanza, decía Ignacio de Loyola, pero no es el caso. Al contrario, la crisis obliga a constantes movimientos. El café América, histórico local de la calle Progreso, cerró anteayer sus puertas y ayer mismo se retiraban los toldos, último vestigio de un sitio frecuentado por una clientela fiel de un local muy céntrico, contagiado ahora por la decadencia de docenas de edificios que en la misma zona llevan años lanzando un S.O.S. Antonio Cuquejo fue el último dueño y estuvo al frente del café durante los últimos 14 años, tomando el testigo de Ángel, que durante décadas lo gestionó.
Las razones del cierre no hay que buscarlas en la crisias. O sí, porque se produce por desavenencias en el precio del alquiler entre inquilino y arrendatario. Antonio Sequeiros, inquieto hostelero, tiene ya otras perspectivas y no lejos de la zona. En el parque Avilés de Taramancos abrirá en un mes un nuevo local hostelero. El América queda para la historia, a expensas de que algún día pueda reabrir y recuperar el nombre. A falta de datos exactos, Sequeiros calcula que ahí habrá unos 60 años de historia. "Venía gente muy mayor y me decía que cuando eran casi unos niños ya estaba el café abierto". Ahora, la persiana se cierra y los habituales buscarán otro café. "Eso seguro, aquí cafeterías sobran", dice su último responsable.
