“LOS ARMEROS DE CHINA TENÍAN CONOCIMIENTOS METALÚRGICOS SIMILARES A LOS DE LA ACTUALIDAD'

Marcos Martinón (Foto: Archivo)
Desde Ourense a China pasando por Londres. Es la trayectoria que ha realizado el profesor de Arqueología Científica, Marcos Martinón. En la actualidad, participa en las excavaciones de los guerreros de terracota de Xián (siglo III a. C.), donde han descubierto en las armas características más modernas de las que a priori pudiera parecer.
¿Qué aportan estas armas al conocimiento sobre Xián?
Por una parte, unos conocimientos técnicos muy avanzados en cuanto a metalurgia y fabricación y, por otra, la organización logística. Esas son las dos dimensiones de lo que estamos descubriendo. En cuanto a la parte técnica, una de las cosas que podemos revelar es que seleccionaban la aleación para cada arma en función de las características precisas. Por ejemplo, para armas con filo como espadas o puntas de flecha seleccionaban aleaciones duras con mucho estaño, porque así las podían afilar mejor. Una de las cosas que, como ourensano, más me llamó la atención es que parece que hemos descubierto la evidencia más temprana de un afilador que ejercía con rueda. Es una anécdota pero también es muy significativo. En el estudio de las armas vimos que todas y cada una de ellas fueron afiladas con una rueda, que deja unas marcas muy características.

¿Es cierto que el emperador Qin, quien mandó construir el mausoleo de Xián, estaba obsesionado con la vida eterna?
Le preocupaba tanto la vida de este mundo como la del otro. Tomaba pociones creyendo que le iban a alargar la vida, pero al mismo tiempo, el día que se coronó rey, con solo 13 años, ya encargó la construcción del mausoleo. No solo contiene la pirámide en la que está enterrado, sino carruajes, concubinas, guerreros, esclavos, músicos... Como se había ganado muchos enemigos en vida por sus invasiones, construyó un ejército que pudiera protegerlo en el más allá.

Quizá por eso se preocupó de que las armas llegasen hasta hoy en tan buen estado.
Lo más destacable de los descubrimientos es que los fabricantes de armas de China de hace 1.200 años tenían unos conocimientos metalúrgicos comparables a los actuales y también que el modelo de fabricación era muy similar al que hoy emplean las fábricas de Toyota.

Los últimos hallazgos, ¿cambian la percepción sobre Xián?
En su momento fue muy significativo el descubrimiento del mausoleo, sin precedentes en la historia de China. No existían pruebas de una producción a tan gran escala. Seguimos descubriendo mayores detalles de los conocimientos técnicos y la capacidad organizativa para orquestarlos de manera que solo en 40 años pudieron construir un mausoleo de casi 60 kilómetros cuadrados. El aspecto organizativo no se ha estudiado mucho y es muy interesante descubrir la logística de esa gran empresa.

La proporción de 2.000 guerreros descubiertos y 40.000 armas, ¿no resulta desorbitada?
Por ahora solo se ha excavado un 20 o 25% de la fosa de los guerreros y se estima que pueda haber entre 8.000 y 10.000. De esas 40.000 armas, unas 32.000 son puntas de flecha porque cada arquero llevaba un carcaj con 100. Precisamente, el hecho de que haya tantas puntas es uno de los aspectos en los que nos hemos centrado más. Actualmente hemos medido 1.600 flechas y todas ellas son idénticas al ojo humano. Hasta ese punto llegaba la capacidad de estandarización. La hipótesis con la que partíamos era similar a la cadena de producción de los coches Ford, con diferentes unidades especializadas produciendo diferentes piezas que combinan en una línea de ensamblaje. Así creíamos que sería. Lo curioso es que la organización era celular, lo que se conoce como “toyotismo”. Esto quiere decir que hay diferentes talleres produciendo grupos de flechas, ballestas o espadas al mismo tiempo y todos ellos trabajan con los mismos estándares. Pensábamos que esto lo había inventado Toyota en los años 60.

¿Cuál es el gran hallazgo que se espera en Xián?
El gran enigma de la excavación sigue siendo la tumba del emperador. La fosa de los guerreros no es más que un componente situado a la entrada de un mausoleo mucho más grande. En él hay una pirámide en la que se cree que está enterrado el emperador. Nadie imagina lo que puede haber dentro. Es el gran Santo Grial que todos queremos descubrir.

¿Por qué motivo no han entrado todavía en ella?
La principal razón que alegan las autoridades chinas es no tener la seguridad de que poseamos conocimientos tecnológicos suficientes como para conservar y preservar lo que pueda haber. Tienen miedo de que aparezca algo tan espectacular que con lo que no sepamos tratar. Yo, personalmente, creo que también quieren preservar el misterio.

Su plaza como profesor está en el University College London. ¿Le resulta fácil combinar la docencia con la investigación?
A veces es difícil organizarse en el día a día. También es cierto que trato de vincular la docencia con la investigación: muchos de mis estudiantes están trabajando en mis proyectos, mis clases se basan mucho en esos trabajos... Intento que haya una retroalimentación entre ambas facetas. Este curso en particular, me han dado una financiación para dedicarme por completo a la investigación y no he impartido clases. Por eso este año no paro y aprovecho para desarrollar muchos de estos proyectos.

Aparte de las investigaciones en China, ¿trabaja en alguna más?
Estoy escribiendo un libro basado en investigaciones que he realizado en los últimos años sobre la arqueología de la alquimia. A partir de análisis científicos de residuos, trato de determinar qué se hacía en un laboratorio de un alquimista. Estamos descubriendo que en realidad sabían mucha más química de la que creíamos. Trabajo también en el Caribe y en Cuba estudiando los metales en los contextos arqueológicos de la interacción entre indígenas y europeos.

Su hermana María Martinón trabaja en Atapuerca. A pesar de estudiar épocas diferentes, ¿suelen comparar proyectos?
Compartimos la pasión por el pasado. En ese sentido hablamos mucho sobre nuestros trabajos, lecturas e intereses. Hace unos años hicimos juntos un libro sobre Xaquín Lorenzo. Colaboramos de manera puntual, pero en el día a día ella se dedica a restos que son varios cientos de años más antiguos.

¿Es fácil no desesperar en un trabajo con procesos tan lentos como es la arqueología?
Supongo que en ese sentido la investigación es como la vida: todos tenemos grandes aspiraciones pero al mismo tiempo tratamos de disfrutar los detalles. Cada pequeño hallazgo, aunque nos plantea nuevas preguntas, también nos da la satisfacción de estar generando resultados interesantes. Los premios también son un estímulo para seguir, como fue el caso de la concesión del Príncipe de Asturias a todo el proyecto del ejército de Xián.

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