REPORTAJE

Una carrera de 212 kilómetros sin parar, “por mi hermano”

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photo_camera Bruno y José Santalla en la Praza do Obradoiro este jueves.

José Santalla, un vecino de Ourense de 49 años, cubrió los 212 kilómetros que median entre El Bierzo y Santiago en 30 horas. Sin paradas. Todo por "una promesa" por su hermano enfermo 

Un total de 30 horas y 28 minutos le llevó a José Santalla, berciano de 49 años y que lleva media vida residiendo en Ourense, cubrir los 212 kilómetros que median entre su localidad natal, Quilós, en el municipio de Cacabelos, y Santiago de Compostela, la ciudad del Apóstol, de un tirón, sin descansar y sin ningún tipo de apoyo externo. La razón era de peso: "El pasado 31 de diciembre,mi hermano, que sufre varias enfermedades denominadas raras, tuvo una crisis de la que creíamos que no salía. Yo hice en ese momento la promesa de que si conseguía remontar, afrontaba este reto", explica José con voz entrecortada al recordar ese momento en el que vio a su hermano entre la vida y la muerte en un hospital de León. Padece un síndrome antifosfolitílico y de Leriche, "que le destruye las arterias; de hecho, con 43 años, sus arterias son como las de una persona de 90. Y además tiene un lupus hematoso que le ataca el sistema inmunológico", relata José Santalla.

Estas dolencias dejaron a Bruno sin una de sus piernas y precisamente estas Navidades pasadas "le habían operado para colocarle un bypass desde la axila hasta la ingle que le asegurara el riego sanguíneo en la pierna que le quedaba", explica su hermano. Un implante que "se reventó" ese día de Nochevieja.

Este atleta aficionado –corre en las filas del Grupo Cuevas Nogueira Trail–, hace deporte "desde hace más de 30 años". Se declara "creyente, aunque no practicante", y en ese momento crítico apeló a su fe. "Vi tan mal a mi hermano que me pasó por la cabeza esa promesa", para que Bruno ganase tiempo.

Y el deseo le fue concedido. Como explica, "gracias a Dios salvó finalmente la pierna y salió adelante, cuando ya temíamos lo peor después de escuchar lo que nos estaba diciendo el médico".

Sólo quedaba entonces cumplir su parte del trato. "Empecé el pasado miércoles, a las ocho de la mañana. Llevaba como único avituallamiento dos botellas de litro y medio de agua, sobrecitos de bebidas isotónicas para mezclar con ella, barritas de hidratos, frutos secos, fruta deshidratada y dos bocadillos de jamón". En el horizonte, más de 200 kilómetros, varios puertos y mucho calor. La idea era cubrirlo sin hacer escalas... y lo consiguió.

Su hermano sufre el síndrome de Leriche y lupus. Él se ofreció para que ganase tiempo ante sus enfermedades 

Tuvo que dosificarse a lo largo del recorrido, de hecho afrontó los primeros 100 kilómetros "en carrera, pero cuando cayó la noche tuve que pasar a andar o al trote como mucho, porque no se veía muy bien y eran caminos con mucha piedra". Con la madrugada retomó la carrera "pero ya a menor ritmo porque las piernas iban ya muy cascadas", reconoce.

¿El peor momento? "Cuando quedaban 30 kilómetros, me salió una ampolla en el dedo gordo del pie y me era imposible correr, tuve que hacer ese último tramo andando y se me hizo eterno". Pero llegó a Santiago.

Ahora queda la satisfacción de la promesa hecha y su hazaña está teniendo un inesperado eco en las redes con "más de 500 me gusta y de compartir, me dicen". Algo que espera que sirva también para "concienciar a las instituciones de invertir más dinero en la investigación de este tipo de enfermedades".

Los primeros en felicitarle fueron sus propios compañeros del club de atletismo ourensano. Pero este mismo viernes no paraba de contestar a los vecinos de su pueblo natal que no dejaban de saludarle, mientras José Santalla se dedicaba a realizar la recolecta de cerezas en ese pueblecito de Cacabelos, en El Bierzo, de donde es natural. "Es que se han enterado de la historia y no paro de recibir ánimos y felicitaciones", señala, al tiempo que vuelve a cruzarse con otro lugareño que le saluda.

José Santalla también quiere expresar su agradecimiento "a todo el equipo médico que atendió a mi hermano, y lo ha hecho en ocasiones anteriores, en el hospital de León, desde el doctor Martín Ortega, que lleva 15 años cuidándolo y tratándolo, a las enfermeras y todo el equipo vascular del centro hospitalario".

Este berciano, afincado en Ourense desde hace 20 años, "donde trabajo como vigilante en la empresa Orember", se muestra relativamente esperanzado de cara al futuro. "Ya sabemos que esa pierna mucho no durará, pero a ver si le aguanta unos añines y se puede ir defendiendo", señala. Y explica que "esta enfermedad va a golpes y tras una temporada dura viene otra más tranquila", que es la que confía en que disfrute ahora su hermano Bruno.

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