Mañana comienza el juicio por el homicidio de Laura Alonso. Sus padres reviven horas antes la desazón que les causa la pérdida de su única hija

Cesáreo Alonso: ‘Non ten perdón o asasino que nos quitou a nosa filla'

Los padres de Laura Alonso ayer en la vivienda de Xestosa (Foto: Martiño Pinal)
Ayer en la casa de los Alonso-Pérez, en Xestosa (Toén), no estaban de cumpleaños. Aunque deberían, teniendo en cuenta que hace 23 años nació su única hija, Laura. Precisamente ayer y especialmente mañana -día en el que comienza el juicio- son fechas con un plus de desconsuelo para Cesáreo Alonso Olleros (51 años) y su esposa Ramona Pérez Diéguez (49), los padres de la joven muerta a manos del también vecino de Toén Javier Cruz González (35 años) en la madrugada del 24 de agosto de 2009. Un corriente lunes de verano alrededor de las tres y media.
Desde ese día, cuando a primera hora vieron que su hija no estaba en casa, los Alonso comenzaron a intuir que no sería un lunes, una semana y, por momentos, una vida cualquiera. Tardaron cinco días en corroborarlo, cuando la Guardia Civil halló el cuerpo sin vida boca abajo, con el vestido bajado hasta la cintura y una chaqueta anudada al cuello, oculta en el monte 'A Malvelosa'. Esa fue la confirmación definitiva de que sus vidas entraban en el oscuro túnel de la impotencia, la rabia, el dolor y una tristeza con profundas raíces. Un túnel en el que Cesáreo Alonso todavía está en su primer tramo y en el que, según reconoce, 'non haberá posibilidade de ver a luz nunca máis porque ese asasino quitounos o que máis queríamos na vida'. Algo que, pese a la ayuda psicológica que está recibiendo, le cuesta horrores asumir: 'Para nós acobouse o de vivir; existimos soamente, por dicilo de algún xeito'. Y cuando la rabia se calma un poco, aparece el desconsuelo: 'Hai días en que teño que engañarme e penso que vai volver'.
Tanto él como su mujer esperan con impaciencia, pero 'agobiados', el juicio. Tienen hambre de justicia: 'Necesitamos que se faga xustiza, que lle caiga a máxima condena que haxa, e que pague por todo o mal que fixo tanto el como os que o apoian..., aínda que eso será imposible', apostilla.
Este lunes comienza la vista oral, que se prolongará durante toda la semana, para que un jurado popular dictamine el grado de culpabilidad de Cruz González en la muerte de la chica, que tenía 19 años cuando ocurrieron los hechos. El procesado admite que la mató, pero con matices -no tenía intención- y, ya de paso, con justificaciones graduales : arrepentimiento, arrebato y drogadicción. Son precisamente estos matices los que pueden hacer variar la pena desde los 20 años de prisión que pide la acusación particular que ejerce la familia a no más de cuatro por homicidio imprudente, la tesis defendida en primer término por la defensa.
Los padres están convencidos sin ambages de que Javier Cruz planificó la muerte. Y la madre, Ramona Pérez, tiene su propia explicación: 'Creo que lo tenía todo planeado porque ella andaba con otro chaval, él veía que la perdía y pensó eso de 'para mí o para nadie'. Más aún, hasta tiene argumentación para el día en que ocurrió el homicidio. 'Era la primera vez que Jorge, el novio de mi hija, había estado en casa comiendo porque estábamos muy contentos con ese chaval', añade.
Laura y Jorge comenzaron a salir en febrero de ese año y desde entonces -dicen los padres- el carácter de su hija comenzó a mejorar: 'Antes (en alusión al tiempo en que Javier Cruz y Laura mantuvieron una relación sentimental- siempre andaba con pañuelos en el cuello; no se ponía vestidos, no se arreglaba y había días que estaba muy triste', dice la madre.

Una denuncia por maltrato
Tanto ella como su marido desconocían que en 2008 la joven había interpuesto una denuncia contra Cruz por maltrato físico, que no llegó a prosperar porque la retiró al día siguiente. Tampoco sabían de los mensajes con amenazas que aparecieron en un móvil que la chica guardaba en casa y que nunca borró porque 'eu creo que presentía o que podía pasar', dice Cesáreo Alonso, quien a reglón seguido recuerda que su hija le contó a la psicóloga que la atendía (tuvo un problema de anorexia nerviosa) que había un chico que la acosaba, si bien no le puso nombre.
Para los padres no hay visos de verosimilitud en la versión de Cruz conforme a la cual él y la chica se veían de vez en cuando, al margen de sus respectivas parejas, y mantenían relaciones sexuales. La noche de los hechos Laura salió de casa después de que su novio la hubiera dejado allí y se vio con Cruz junto a las naves del Ayuntamiento, a donde cada uno llegó en sus respectivos coches. 'Eso é mentira porque a autopsia non di nada de que houbera relacións e ela quedou con el porque a tiña ameazada, a dominaba (...) incluso chegoulle a dicir que nos ía quemar a casa', añade el progenitor.
El lunes comienza el juicio. Pese a la carga emocional que tendrán que soportar, los padres están impacientes: 'Queremos miralo, verlle a cara o asasino', dicen.
En cuanto a la posibilidad de un hipotético perdón, lo rechazan de plano: 'Non ten perdón. Como podes perdoar o asasino que nos quitou o que máis queriamos na vida? Era a nosa única filla', señalan.

Un jurado popular dictará veredicto
Nueve ciudadanos (más dos suplentes) serán los encargados de decidir si Javier Cruz González presionó el cuello de Laura con el ánimo de matarla.
El ministerio fiscal, la acusación particular que ejercen los padres y el letrado del Estado -reclama los gastos derivados del operativo de búsqueda- invocan penas que oscilan entre los 14 y 20 años por estrangularla con una chaqueta de punto que llevaba la joven, aplicándole la agravante de parentesco (ambos habían mantenido una relación afectiva.)
Pero la acusación particular va un poco más allá al calificar los hechos de asesinato: un homicidio agravado por el abuso de superioridad física y la alevosía: la hora y el lugar apartado en el que se perpetró el crimen debilitaban la defensa de la víctima y facilitaban la impunidad del agresor.
El letrado de Javier Cruz alega un homicidio imprudente (no quería matarla) y tratará de aminonar su responsabilidad criminal aludiendo al consumo de cocaína y alcohol del encausado; a un arrebato (dice que Laura lo empujó y le escupió en la cara tras recriminarle que se había ido el fin de semana a Portonovo con su novia) y también arrepentimiento (indicó a la Guardia Civil instante previos al registro de su casa dónde había arrojado el bolso de la chica).
Lo que no supo explicar Javier Cruz en los primeros interrogatorios -cómo llegó la chaqueta hasta el cuello de Laura- con el paso del tiempo fue sumando hipótesis. Ahora, cree que la joven sí pudo morir a raíz de la acción que ejerció la chaqueta en el cuello en el momento que la trasladó al paraje arbolado ante la creencia que estaba muerta cuando posiblemente sólo estuviera desvanecida. De hecho esta es la primera explicación que da su propio abogado a la muerte: 'Con el agarre del cuello de Laura con la manos del acusado, la joven quedó inconsciente por la presión de la yugular y carótidas. La muerte le sobrevino después por ahogo cuando transportaba el cuerpo para dejarlo en el monte, creyéndola muerta y sin saber que en ese momento sí le causaba la muerte con la chaqueta', dice.
En el informe de autopsia se habla de que la causa fundamental de la muerte podría ser la estrangulación a lazo, aunque 'no existen datos suficientes avalados por el laboratorio para descartar una estrangulación a mano o incluso un mecanismo combinado de estrangulación manual y estrangulación mediante lazo'.
Como en otros tantos casos, las explicaciones de los forenses ante el jurado tendrán un papel relevante en sus convicciones finales.

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